lunes, 21 de enero de 2013

A los donantes
Soy sangre de su sangre y de la vuestra también. Por sus venas siempre ha corrido la generosidad, que ahora le fluye aún con mayor caudal gracias a vuestras trasfusiones. Mi madre, como vosotros, vive para los demás, recargándose cuando se da. Aun postrada, con las agujas y sondas sobre su cuerpo, se interesa por ti y a cada gota de sangre, que la revive, mayor atención y cariño: acuérdate de avisar a la vecina que estoy en el hospital, no corras con el coche, no se te olvide el paraguas, coge el dinero de la casa (donde ahora sólo resuena el tic-tac del reloj) para comprarte la comida y dar la propina a los nietos...Ella renace, pero a mí y a mi hermano nos vais a matar de tanto amor como encierra esa gota de solidaridad. Y no tiene precio, como lo realmente importante de este lupanar. A flor de piel nos tenéis. Gracias a todos los donantes. Gracias de corazón. Os debemos la vida.