domingo, 28 de junio de 2015

Vuelta al cole

Con la mochila esperando cola en la lavadura, tras despojarla de los últimos libros, cuadernos y papeles arrugados repletos de corazones y mensajes furtivos con tu compañera de pupitre, con la que has compartido los bocadillos cuyas migas aún se adhieren a uno de sus bolsillos dorsales; respiras aliviado y ataviado tan sólo con el bañador, libre de toda la responsabilidad de un curso felizmente superado. Ahora sólo falta cuadrar las fechas para pasar el máximo tiempo con los amigos de la playa, programar las vacaciones sin necesidad de utilizar la agenda escolar. Ya tienes ganas de luchar por la sombrilla con los colegas y de vencer las olas y la vergüenza de la adolescencia con roces y caricias suaves bajo las palmeras. Agua va y refresco viene en unos días de rosas aún sin vino. Fuera del medio acuático, la pelota y otros “plays” guiarán tus pasos en las horas previas al paseo, donde intentarás que la mano pase del áspero mando a la suave piel de una chica morena. A la luz de las estrellas y con el arrullo de las olas, soñarás con repetir, cual marmota, el día. Los pesados de tus padres siguen hablando de política entre salmorejos y gazpachos, alertados porque sigue habiendo tomate para dar y tomar. A ti lo que más te ha sorprendido es que los políticos de algunas comunidades autónomas han decidido trabajar en verano. Siempre con el paso cambiado, finalmente, dado tu espíritu veraniego, no te parece mal que vuelvan ahora al cole, máxime si algunas tomas de posesión han cambiado la cruz del aburrimiento y la corbata por la fiesta de la bicicleta. Ojalá esa penitencia de mantenerse trabajando a pleno sol sirva para, entre otras materias, dar carpetazo a una reforma y recortes educativos que han dejado a las aulas en paños menores y al ministro innombrable con la maleta, sin medios ni profesores y con unos alumnos que temen por tanta revalida, matrículas y circuitos para sacarlos de la educación superior. Es normal que tengan ilusión por cambiar, pero la mochila no es pequeña y las asignaturas pendientes no te digo yo nada. Pues eso, a nadar que voy. 
LA OPINION DE MURCIA / 28 de junio de 2015

domingo, 21 de junio de 2015

Huesos
Aunque también lleven hueso, tan duro de roer como nuestra actualidad política y económica a lo largo de todo el año, una de las alegrías que nos aporta el verano es su fruta. Aquel que tenga la suerte de hurtar a la exportación los albaricoques, paraguayos (no confundir con venezolanos), melocotones o nectarinas que combaten por conquistar nuestro paladar gozarán de la mejor entrada al estío. Un chorro de naturaleza, un bocado de vida, un recuerdo de infancia. Piezas únicas de caza mayor que huyen a tierras extrañas porque valen su peso en oro. De una en una o por cajas; Murcia, como el resto de España, está en venta. Lo mejor de nosotros mismos, que son los recursos naturales, hace tiempo que cuelgan el cartel de “Se vende”. Los jóvenes se subastan al mejor postor, carne de cañón que expone su excelsa formación e intensa sumisión en busca de ser adquiridos por cualquier empresa alemana. Aquello que no puede salir por patas o por ruedas es fruto también de rapiña por los capitales europeos y asiáticos, que manejan una larga lista de la compra de nuestros mejores paisajes y empresas. Es lo que le ocurre a las colonias, esquilmatizadas por su inanición. El capital, que siempre tiene hambre, se junta con las ganas de comer de estos lares y no hay cristiano que resista tal tentación. Máxime si, encima, se ponen sobre la mesa incentivos para comprar viviendas, negocios y, por supuesto, humanos. Por una vivienda, una nacionalización. Por un negocio, una subvención y, por supuesto, exención. Por un joven que se lleven, la baba se nos cae de agradecimiento ante tal emigración. En Murcia se siembra y en el resto de Europa -que ahora se apresta a cercenar la cuna de su pensamiento- y en China se recolecta. En los dos próximos años, el crecimiento no germinará en empleo, pero disminuirán las cifras del paro por la diáspora. Aquí nos quedamos con el hueso y con los intragables hollejos, compitiendo a ver quién lanza el cuesco más lejos mientras nos come y bebe el futuro. 
LA OPINION DE MURCIA / Nos queda la palabra

lunes, 15 de junio de 2015

Lo bueno del pueblo llano

Lo bueno del pueblo llano es que no le pueden despojar de títulos ni ser degradados a peor condición o estatus. Al no ser de un sustrato único, no están obligados a recurrir siempre a papá para hacer negocio ni tampoco han de soportar tediosas galas y desfiles insulsos bajo el sol abrasador de las grandes vías. Adivinan a la primera el cuchillo y tenedor que toca, o mejor aún comen con las manos, y jamás se caerán del caballo.
Qué suerte no tener que esbozar una sonrisa permanente ni la pamela sobre el peinado. Conseguir rascarse la nariz o los bajos sin cámara que lo inmortalice. Mantener una vida informal salvo cuando tiene que formar la cola del paro. Pasar hambre y sed, jugar a sobrevivir, arrastrarse por las esquinas y comportase, cuando es preciso, con pública inquina. Ir a primera línea de la playa, a la última de la grada y en turno a la pescadería. Dibujar sobre la arena el campo de vóley, mirar la piel tersa „que no por encima de la cabeza„ y correr cuando el balón se estrella contra las cristaleras de la iglesia. Saltarse la misa de los domingos y toda la agenda. Perder un cordero al mus, no siempre pagar la merienda. Oír el silencio, dejar pasar el tiempo, saborear la cazuela de la abuela, ojear el amanecer desde el suelo, tocar el miedo de la diaria incertidumbre. No saber de fronteras ni aguantar a diplomáticos de otras tierras, sermones y discursos por doquier de no se sabe muy bien quién. Vivir sin asesores, guardaespaldas, aduladores, pelotas, agradaoidos, agradecidos, trepas, hipócritas y toda la cohorte. Ver un telediario sin nadie conocido en la página de tribunales ni en la de los safaris. Recalar en hoteles perdidos de Murcia en trenes de otro siglo en vez de sólo aterrizar en los cuarteles.
Lo bueno del pueblo llano es que vive como un rey? destronado.
LA OPINION DE MURCIA / Nos queda la palabra 15 de junio de 2015

miércoles, 10 de junio de 2015

El padrino

Resultado de imagen de el padrino marlon brandoProyectan en la Primera  “El Padrino” en horario de máxima audiencia como prolongación del telediario, más apegado que nunca a la realidad, sin necesidad de desconectar para buscar un intermedio. Una gran película que penetró como un soplo de aire fresco en nuestros salones para, quizá, compensar el sesgo informativo de la televisión gubernamental; programas de riesgo como el de Buruaga  -que parece diseñado por la cosa suya- o, seguro, como advertencia sobre lo que les ocurrirá a todos aquellos que no quieran obedecer al capó de la banda, que busca el buen gobierno de su familia. De la familia política, se entiende.
Tras unos años de pillaje, llega el momento del maquillaje, de que los pringados en el juego sucio emigren en busca de otros negocios. Sicarios y peones que van cayendo para defender al rey y los pocos cortijos que aún mantienen en su red.
Reflejo de Sicilia, esta España nostra comienza a aplicar un lavado de corruptos que para sí lo quisiera el del algodón, aunque para que luzca impoluto hacen falta que rueden mil y pico cabezas, las de aquellos que buscaron el beneficio privado desde la escala pública.
Rapiña que de la nada han repartido el Estado del Bienestar entre su bolsillo y sus amigos. Elementos que no han dudado en esquilmar el medio ambiente, como denuncia el último informe de Greenpace, para amasar dinero.
Nunca el voto fue tan higiénico y desinfectante, rezumando una ola de optimismo entre los votantes que ojalá se eternice durante toda la legislatura.
Anímense, pues, los de Telemadrid, Canal Sur, Canal Castilla La Mancha o la propia 7 murciana y emitan toda la saga de Marlon Brando. No habría mejor forma de inaugurar la nueva etapa de la televisión autonómica y de celebrar el Día de la Región de Murcia, aunque mucho me temo que, si no lo remedian los pactos, nos inundarán de galas como “Murcia qué hermosa eres” y otros prodigios.
Desde la nada

Cuentan los mendigos que en estos últimos días los periódicos en los que se envolvían para mitigar la noche venían especialmente empalagosos, repletos de buenas intenciones y de promesas vanas. Un revoltijo de marcas intentando atraer clientes como vulgares moscas.  Y no es que el pasado domingo se despertaran como Gregor Samsa, aturdidos por un ajetreo matutino inusual y voces que auguraban una metamorfosis. Simplemente tuvieron que abandonar sus diarios y cartones junto a los colegios electorales para dejar paso a la muchedumbre. Trasladaron precipitadamente sus enseres, aunque hace tiempo que dejaron de ser. Desprovistos de NIF y, lo que es peor, de alimento, asistieron con curiosidad al peregrinaje hacia la urna. Impasibles, temieron que aquello pudiera cambiar sus vidas. Qué el resto de ciudadanos fueran capaces de verles en vez de intentar apartarles de la vista. Qué pasáramos de despreciarlos por su condición a tenerles alguna consideración. Qué se intentará aplicar mayor justicia social en vez de caridad. No lo creían. Ya habían vivido otros empachos mediáticos de optimismo, otros gastos de papel para envolver la ciudad de propaganda, otros lanzamientos de buenas propósitos…que habían acabado en un bluff. Malo es, pensaban, que la gente se distraiga con asuntos ajenos al fútbol. No hay nada como el balón para que todo ruede. Habían escuchado que el Murcia se la juega este fin de semana. Estaban eligiendo escaparate para echar una ojeada a la final de la Copa del Rey y de la champions. Y no se querían creer, de ninguna forma, que algún malintencionado ligara corrupción al deporte rey. Qué el fútbol entrara en el banquillo les sobresaltó sobremanera pues quizá era un símbolo evidente de que algo iba a cambiar. De que algo importante iba a suceder, que en algún momento llegaría su momento, como le llegó a Qatar con el mundial. Y entonces alguien les dio la enhorabuena: son ustedes campeones pues Murcia es la región líder en tasa de pobreza.  Pobres ellos y pobres nosotros, aunque es posible que el 24-M no haya sido un domingo cualquiera.
NOS QUEDA LA PALABRA / La Opinión de Murcia 31 de mayo de 2015.