sábado, 24 de enero de 2015

Cría cuervos

Tocaba más la calculadora que la flauta. Los únicos colores que utilizaba eran para distinguir las columnas y las líneas de los gráficos de contenido económico, sepultados los pinceles y su imaginación en el fondo del pupitre. Bromeaba con sus amigos cuando recordaba las agónicas palabras de los que un día fueron sus profesores de Música y de Plástica, empeñados hasta el final en alabar los beneficios de sus respectivas materias sobre el conocimiento global y vital. “Que si la música es buena para las matemáticas, que si el dibujo te relaja y ayuda a la concentración”, reían sin disimulo. La única regla es sobrevivir. Sólo el sonido del dinero proporciona armonía. Competir sin mirar abajo. Ya su mejor amigo planteó un conflicto al instituto cuando sus padres se negaron a que recibiera Educación para la Ciudadanía, aquella perniciosa materia que procuraba educar en valores como la igualdad, la solidaridad y la democracia. Ahora había acogido con entusiasmo la asignatura que les preparaba para montar su propia empresa. Tendría que elaborar su plan de negocio, cifras para amasar fortuna frente al amasijo de conocimientos que, como la misma filosofía o la ética, no parecían servir para nada salvo para perder el tiempo. Qué demonios tendríamos que aprender de Platón o Aristóteles, se preguntaba pensando en el desastre griego, antes olimpo de los dioses; mientras la conversación giró hacia las burlas que propinaron a otro joven que leía un libro en el tranvía. “Mirar, mirar, está leyendo”, como quien observa a una especie en extinción. Pero lo que más le gustaba eran los viernes, el momento en que toda la pandilla programaba la salida semanal al centro de la ciudad. De negro, ataviados al modo nazi, y siempre en pandilla, buscaban a los melenudos perroflautas para darles su merecido. Con el lema “Sé fuerte”, que intentaron estampar en la propia clase; los jóvenes no sólo teníamos ejemplos por doquier, elementos que se jactan de incumplir la ley tras sortear la propia cárcel, sino también la aquiescencia de una sociedad que, mediante la sumisión del más débil y de la verdadera educación, recibe, asimismo, lo que se merece.

domingo, 18 de enero de 2015

Fuera de serie
Quién iba a decir que Murcia iba a liderar el prime time. Ya era hora de que nuestra Región sea protagonista a nivel nacional, entrando en los domicilios de los españoles tras siglos dándonos con las puertas ministeriales en las narices. Esto sí que es una recuperación y no las bulerías que entonan los más afines, que no afinados. Reverte y Tristante, que llevan el paisanaje en los genes, como tiene que ser, ocupan la parrilla principal de la televisión con el capitán Alatriste y el detective Víctor Ros. Aventuras y desventuras que no eluden la crítica social, enmarcadas en una determinada época y con unas hechuras que ya quisieran para sí otras series y, por supuesto, otros espacios dedicados a la basura, como Gran Hermano y resto de familia. A capa, espada y paraguazos, tan inútil en nuestra seca tierra para guarecernos, los personajes ideados por nuestros célebres literatos hacen las delicias de grandes y mayores, cultivando el ocio más saludable.  Como no hay dos sin tres ya hay quien busca televisiones valientes capaz de estampar en la pantalla nuestra “Escuela de mandarines” del recordado Miguel Espinosa. Ya sé que esta obra maestra no es fácil de programar en estos momentos, máxime si nos dibuja una sociedad de castas, con los mandarines, expertos en la mentira, como gobernantes. Droga dura, en fin, para el tubo catódico, pero muy recomendable para leer, obteniendo el doble beneficio de apagar la tele en las noches huérfanas y disfrutar con un relato único. Por el momento, estemos contentos con las incursiones de nuestros Alatriste y Víctor Ros o, incluso, de nuestra aportación archenera  a “Cuéntame”, con un balneario que ha evolucionado desde refugio de la tercera edad a la mediana y, a este paso, receta obligada para desintoxicarse de tanta estulticia. Puestos a contar no nos faltarían relatos ni películas que rodar, aunque una buena parte de ellas, las más realistas, debería emitirse fuera del horario infantil, pues no sería recomendable para todos los públicos.

viernes, 9 de enero de 2015


Au revoir
Estaba deseando. Le esperaba el papel en blanco tras una negra noche de fiesta. Afilando el lápiz también aguzaba su imaginación mientras recordaba la idea que le acompañó durante su reconstituyente paseo matutino. Vuelta tras vuelta por el oasis de un gran parque urbano, vislumbró el esplendor de la naturaleza, las flores heladas sobre el blanco césped, los majestuosos y viejos árboles que tapaban el cielo límpido de enero y el colorido de las aves que merodeaban por el lago, conformando con sus trinos una  afinada orquesta que inundaba todos los sentidos. Todo un tesoro en el que sólo faltaba el ser humano. Pensaba dedicar la viñeta al océano que separa el tercero del primer mundo, repleto de cadáveres que duermen en el limbo tras realizar su último viaje en patera o fenecer exhaustos junto a las espinosas fronteras. A cien muertos por día en el Mediterráneo, como los cinco argelinos recientemente fallecidos junto al faro occidental del Cabo de Palos. Incidiría en la necesidad de abrir las puertas y las mentes, que es el aire que envolvía a todas sus creaciones. Estaba convencido de que sólo a través de la mezcla de ideas y de colores se obtiene la dimensión exacta del ser humano. Ya lo tenía decidido, liberaría del recuadro a su dibujo y tampoco pondría contorno a Europa y África. Sobre el mar estamparía los símbolos del viento y de las buenas corrientes como nexo de unión entre las dos masas de tierra, provocando el crecimiento de una gran franja verde esperanza en las orillas como fruto de un nuevo tiempo. No podía imaginar que iba a ser su trabajo póstumo, emborronado por una gran mancha roja. Un fanatismo cuyo odio no podrá ni con la libertad ni con el anhelo de un mundo mejor. Merçi beaucoup Charlie.

domingo, 4 de enero de 2015

Bien mordida la lengua 
Lo he intentado, pero los mensajes y vicisitudes de los palacios Real y Ribereño del Segura, además de las grandes motas emitidas desde la televisión, me han impedido alcanzar el aislamiento térmico de la actualidad, que lejos de enfriarse se recalienta cada vez más. Si el discurso del Rey causaría estragos sobre el retrato de Dorian Gray al dibujar un rostro de España en descomposición por su corrupción, pobreza y secesión; las andanzas de nuestros lazarillos murcianos nos acercan al nobel de la picaresca. Nada de política, nos lo han repetido hasta la saciedad los gurús de autoayuda, sicólogos, médicos, abogados matrimoniales, curas y demás curanderos de nuestra salud física y mental. En la mesa y en la cama evitar la confrontación en Navidad, eludir las conversaciones que creen conflicto mediante derivadas, perífrasis, largas cambiadas, silencios, sorderas, caminos de en medio o cualquier otra táctica de disuasión, como morderse la bífida lengua. Prohibido pronunciar el plural de la primera persona del presente del verbo poder, pues abre una espita de sensaciones imposibles de atajar. Cuidado con mencionar el hedor que suelta la basura que se amontona por ser días de no recogida, ya que algún carroñero haría balance de la peste que exhala la que hemos acumulado a lo largo de todo el año. Nada de hablar de los programas más populares de televisión, pues la gran mayoría nos llenan de caspa el salón, lo contrario de la diversión y bienestar que nos habían prometido. En fin, que todo se confabula para hacernos la pascua, incluido el Papa Francisco y la revolucionaria Caritas, que coinciden con el Gobierno en que este próximo año aumentará el trabajo, pero el de pésima calidad y el de los voluntarios. Si de propósito de enmienda se trata -como es tradición en todos los inicios- tendría que ser a la totalidad. Feliz año.