Mundo, demonio y carne
El mundo es un moquero. En uno de nuestros mejores
rincones gastronómicos de esta apartada orilla que es la Región de Murcia coincidieron
en la noche del jueves el poder económico, religioso y político. Una delegación
india al más alto nivel, antesala de la visita de su embajador a estas lejanas
tierras, husmeaban la posibilidad de hacer negocio en torno a una mesa donde no
faltó el té. Si en algo destaca nuestra economía es en su capacidad de
internacionalización, por lo que la India es un suculento manjar, con
coincidencias tan apreciables como la capacidad de nuestros respectivos ríos, Segura
y Ganges, para la flotación de seres muertos, dicho sea de paso. Otro aspecto
indiscutible en el que estamos a la cabeza, o nos lleva de cabeza, es nuestro evidente
carácter pecador, lo que explica la soberana influencia de la iglesia en
nuestra sociedad. No habrá otra tierra menos prometida que la nuestra a tenor
de las campanadas, incienso, misas, procesiones, cofrades, sacerdotes y otras instituciones
académicas clericales. Hasta 12 sacerdotes y un seglar acompañaron a Rouco
Varela a la cena del citado mágico día, que no sería la última porque a lo
largo del fin de semana tenemos la suerte de celebrar en Murcia el Congreso
Internacional de Cofradías. Y hablando de carne no hay nada más magro ahora que
el tema catalán, por lo que nuestro célebre restaurante también acogió a Josep
Borrell. Si en exportación y religión somos líderes, en el asunto nacionalista
mantenemos una posición clara de oposición para frenar cualquier avance de la
frontera. No creo que el bueno de Borrell, que en el tema del agua actuó con
tanta sensatez como lo hace ahora desde el Paseo de Gracia -maldita la gracia- viniera
a concitar el apoyo al actual modelo de Estado pues la nuestra es tierra ya
conquistada para tal fin. Mundo, demonio y carne, por tanto, se encarnaron en Murcia,
tierra de apocalipsis y pecado. Esperemos que sea de buen provecho.