martes, 3 de julio de 2012

Sin horizonte
Cuentan que los piratas sólo temían al horizonte, pues pensaban que detrás de aquella interminable línea se encontraba el vacío. Un buen número de españoles lleva tiempo confiando en un cambio favorable en su perspectiva sin que lleguen a vislumbrar más que desesperanza. El resto, los que aún pueden atender las vacaciones que le reclaman sus neuronas, observan también el horizonte con incertidumbre aunque sus sentidos le indiquen el área de descanso, disfrutar del mar, las orquestas de los pueblos en fiesta, el aroma de las mañanas sin despertador, el gusto a paella y el suave tacto de su amada. Debajo del agua, el tiempo parece suspenderse, pero sigue fluyendo, igual que los malditos incendios que queman nuestros montes, abandonados al albur de los recortes. Nos quedamos sin árboles, sin oxígeno, sin papeles sobre los que construir una sociedad mejor, capaz de enderezar el rumbo hacia el futuro.
Sin papeles
Ya casi sin periódicos ni libros, quizá alguna hoja de cuchilla que se utilizaba para su corte puede servir para segar nuestras cabezas. Al fin y al cabo, el anunciado fin de la letra impresa será el mayor golpe al pensamiento y la libertad que se puede perpetrar. Si la aparición de la imprenta cambió el mundo, pues generalizó la alfabetización, lectura y cultura de los pueblos, su fin nos acerca al más oscuro de los tiempos por muchas redes que se extiendan. Sin papeles no seremos más que una mercancía, igual que los inmigrantes que todavía hoy nos acompañan. Se impone el "sin" y la caída de todas las hojas que conforman el Estado de Bienestar. Afortunadamente, en algún lugar, surgirán personas solidarias, como FAMDIF o los médicos murcianos que atenderán sin mirar el DNI , renacerá un soplo de libertad que será imposible taponar.