Sin horizonte
Cuentan que los piratas sólo temían al horizonte, pues pensaban que
detrás de aquella interminable línea se encontraba el vacío. Un buen
número de españoles lleva tiempo confiando en un cambio favorable en su
perspectiva sin que lleguen a vislumbrar más que desesperanza. El resto,
los que aún pueden atender las vacaciones que le reclaman sus neuronas,
observan también el horizonte con incertidumbre aunque sus sentidos le
indiquen el área de descanso, disfrutar del mar, las orquestas de los
pueblos en fiesta, el aroma de las mañanas sin despertador, el gusto a
paella y el suave tacto de su amada. Debajo del agua, el tiempo parece
suspenderse, pero sigue fluyendo, igual que los malditos incendios que
queman nuestros montes, abandonados al albur de los recortes. Nos
quedamos sin árboles, sin oxígeno, sin papeles sobre los que construir
una sociedad mejor, capaz de enderezar el rumbo hacia el futuro.
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