NPI
Estimados señores del FMI: El problema no es el SMI. Los ni-ni, que según
ustedes sólo se dedican a jugar a la play y a la wii, trabajan sin mirar el
sueldo ni el reloj, sin fin. Sus horas las cobran, con suerte, a un pitiminí.
No se entiende, por tanto, su obcecación en reducir aún más el ya salario
mínimo para, según sus grandes cabezas pensantes, reducir el desempleo juvenil,
que en España y Murcia se cuenta de mil en mil. Si, además, al mínimo salario
se unen los incentivos a la contratación, la reducción de las cotizaciones y la
flexibilidad a la carta, sin indemnizaciones o cualquier mejora afín, su empleo
no depende, parece, de rebajarles aún más su nulo pedigrí. Ni tampoco de su
perfil, pues su contorno no presenta aristas para bajar, cuanto sea preciso, la
cerviz. Ustedes, sin embargo, no cejan, con la imputada Christín a la cabeza,
en insistir una y otra vez, en disminuir, como si fuera posible, el SMI. Y todo
ello con España a la cola, junto con Portugal y Grecia, los otros pigs,
compartiendo la miseria de la austeridad más ruin. En vez de condenar a una
generación a sobrevivir, utilizando en otro cuerpo el bisturí, lo primero que,
quizá, habría que concluir es que de nada sirven las recetas del FMI. El aceite
de ricino que nos obligan a ingerir no nos ayuda a crecer ni a resolver el
problema del paro núbil. Eso sí, no nos queda otra que, ante tamaños
disparates, sonreír y rezar para que sus consejos les termine por autodestruir
porque ustedes gozan de unos sueldos que ya quisiera para los jóvenes y también
para mí. He llegado al fin sin hablar del PIB, que es donde realmente hay que incidir.
NOS QUEDA LA PALABRA / LA OPINION DE MURCIA 19 de julio