La cita
A punto de consumarse el divorcio entre los españoles y la
política llega la prueba de fuego de las elecciones. Tras los innumerables
sobresaltos que hemos sufrido en estos últimos cuatro años en el diván, al que nos
intentan sujetar de comicios en comicios, parece que una gran mayoría se alzará
este fin de semana para demostrar que es posible el cambio. Tal ha sido la
excitación que de la apatía se ha pasado al compromiso, al convencimiento de
que un voto puede redimirnos de la pobreza económica y la castidad
participativa. Una nueva era en las sanas y lógicas relaciones entre la opinión
pública y sus representantes políticos. Ellos también se esfuerzan en recuperar
el amor verdadero o perdido, levantando pasiones entre sus fieles. Es
enternecedor el amor fou de José María con su Ana, que sufre en silencio el desprecio
de los que ya no le tienen aprecio, plantándola en la Plaza Mayor mientras
intentaba relajarse. Otras veces, el grandioso sentimiento no afecta al cerebro
sino a la vista, pues se deja de percibir el paro, la pobreza o la desigualdad.
El amor es ciego, Mariano. Y qué decir de los amantes del PSOÉ. Pedro y Susana
y viceversa, aunque no están tan a la izquierda para jugar a los tríos. Qué
miradas, qué medias sonrisas, qué palabras recortadas, qué primavera de rosas
marchitas. Y si de prolegómenos se trata, nada como Izquierda Unida, unida.
Venga a trabajar, a sudar la fase
previa, entre elección y elección, para luego no culminar. Y llegamos a
los
tríos, que lo estabais esperando. Tanto buscar el centro, el amigo Pablo
se ha
desprendido de Tania y de Monedero, sin saber por dónde enamorar. Más
carnal,
como efebo castigador de los maduros, se ofrece Albert, cuyo cuerpo ya
recorrieron todas las miradas en anteriores citas. De tanto hacer
solitarios,
UPD ni se le ve ni, temo, se le desea. Hay más partidos que posturas del
kamasutra y no es cuestión de bajar tampoco al terruño, que en este
campo da
más bien poco, aunque lo importante es que no nos lo quiten. Cuidado
también con los exhibicionistas y sadomasoquistas. Elijan bien la
pareja, sin temor al cambio, que
luego vienen las quejas.
NOS QUEDA LA PALABRA / Publicado en La Opinión de Murcia el 24 de mayo.