No tan jóvenes
“La experiencia está sobrevalorada” comenta Carlsen, el
exultante joven campeón del mundo de ajedrez, que pasó su infancia en Mérida, ciudad
creada por Octavio Augusto para servir de retiro a los legionarios romanos. Este
figura olvida que el propio juego es fruto de la experiencia, que demostró la
inutilidad de las guerras. En este tablero en blanco y negro donde sobran manos
que nos mueven mientras pasa el tiempo, han surgido en Murcia un grupo de opinión
senior y otro de jóvenes. Los insignes jubilados se autodenominan “espectadores”,
un error porque ellos, desde un principio, han decidido seguir jugando para
vindicar las necesidades de nuestro Reino. Estas torres están sólidamente asentadas
y han perdido parte del movimiento. Frente a ellos, la camada juvenil ni
siquiera se ha puesto nombre, ya que lo único que les interesa es cabalgar
cuanto antes sobre las instituciones y organizaciones económicas y sociales de
renombre. Sólo buscan cambiar ficha sin más, sin pensar en aperturas de ningún
tipo. Antes al contrario, desprovistos de sueños, les gustaría enrocarse para
seguir, con más ahínco, defendiendo una sociedad de reyes y de peones, donde
muy pocos lleguen a la otra orilla para cambiar de condición. No es que sea
otoño o el tiempo, que todo lo puede, me sitúe a un lado o a otro de la
trinchera; es que esa juventud no es la de Miguel Hernández, la que siempre
empuja, poniendo en jaque a la injusticia.
NOS QUEDA LA PALABRA / La Opinión 29 de noviembre