domingo, 20 de septiembre de 2015

Explosivo

No conviene abrir el periódico en tus días libres, con indiferencia de tu destino. Lo ideal es desconectar, no caer en la tentación que, para cualquier periodista, supone ojear el diario que se hace un hueco entre las papas arrugas de un bar perdido de un humilde pueblo de casas blancas, que desafían la negra tierra volcánica. Mirar para otro lado para no ver que, de nuevo, la  Región de Murcia emerge como una de las más pobres de España. Lorca, Murcia, Cartagena y Molina de Segura lideran el penoso ranking de las ciudades y capitales con más de 50.000 habitantes donde reina la pobreza, según reza el tenebroso titular que se hace eco de un estudio de la consultora Ais Group. Si en Lanzarote extraen la riqueza de debajo de las piedras, consolidando su presente y futuro alrededor de la destrucción ocasionada por las erupciones volcánicas; Murcia dilapida su evidente riqueza en las manos de unos pocos. Aislados, perdidos de la mano de Dios, que no de la del recordado César Manrique; uno pisa inestable sus grandes piedras y se pregunta cómo demonios sobreviven esos canarios, enjaulados en unos pocos kilómetros cuadrados, la mayor parte de ellos inhabitables e inservibles como consecuencia del Timanfaya y sus 300 volcanes amigos. Piensa que te piensa…multiplicamos por trece su territorio y por diez su población. Tenemos una tierra que es la envidia en productividad agraria y una industria ligada a ella que es también líder a nivel nacional, sin olvidar el tirón de la actividad turística y una posición geográfica que facilita el crecimiento. Compartimos la corrupción y el paro, que son fenómenos de la naturaleza “typical spanisch”. Nos dan, eso sí, una paliza en turistas, pues multiplican por cinco nuestro millón de visitantes al año; pero el dato, con ser notorio de la apuesta real por la naturaleza como un valor seguro, no es suficiente para explicar que los murcianos tengan que recoger las migajas de gofio que se les cae al suelo.  Otra historia es que, tal y como iluminan las estadísticas, la desigualdad convierta nuestra riqueza en un páramo, que ese inmenso cráter de fuego y ruina desangre a cientos de familias murcianas, a los que sólo les queda la posibilidad de comprometerse para renacer de sus cenizas.

NOS QUEDA LA PALABRA / La Opinión de Murcia 19 de septiembre.
Hagan sitio
 
Llevamos mucho tiempo ganado para acoger a los refugiados. Tenemos gran experiencia en barracones públicos que hacen las veces de colegios. Cerca de 10 años llevan los más pequeños de Guadalupe en aulas prefabricadas, sostenidas por cuatro ladrillos en cada esquina, con sus correspondientes  goteras, sin baños y cerca de la caldera como mejor sinfonía. Ni siquiera tienen pizarras para apuntar sus deseos, aunque siempre habrá un hueco para clavar otra cruz sobre sus cabezas. De momento no está previsto que ni el presidente de la Comunidad de Murcia ni el consejero de Educación de turno inauguren algún año el curso escolar en uno de estos cubículos como signo de renovación. Antes al contrario, los nuevos tiempos, encarnados por los que mejor representan el antiguo régimen, son los que nacen tras el acoso y derribo de la educación pública. Se mantiene a cientos de niños murcianos en contenedores prefabricados  mientras se aprueban conciertos con los colegios religiosos privados, que no les importa que su elitista dinero se mezcle con el que procede del común de los mortales. Euros de nuestros impuestos que se destinan a enriquecer capitales privados y generar vocaciones. En estos cobertizos, los nuevos vecinos sirios se encontrarán como en casa, en plena trinchera repleta de alambres de espinos para continuar su educación. Ríete tú de Finlandia si nuestros gobernantes dedicaran tantos esfuerzos a impulsar la educación de calidad como a apartar a la inmensa mayoría de los estudios superiores a través de la formación profesional u otras vías aún más inferiores. Hacinados, con ratios que simulan a los de las pateras, con la obligación de pasar por caja para financiar los libros, sin comedores que llevarse a la boca y con un profesorado que nada contracorriente en el proceloso mar de la educación, los niños intentan flotar entre, cada vez más, un montón de números y apenas letras. Están recogidos, más que cuidados y acogidos, prestos a hacer un sitio a sus hermanos del otro lado.
NOS QUEDA LA PALABRA / La Opinión de Murcia del 12 de septiembre

sábado, 5 de septiembre de 2015

De vuelta

El regreso de las vacaciones es una de las etapas más arduas de superar, sobre todo si no se tiene la oportunidad de tomar la salida por encontrarse en dique seco o en un camino repleto de púas. Ahí están, como una barrera infranqueable, los datos del paro de agosto, que enfrían el rostro y las entrañas al agrupar a 130.533 murcianos a la cola del pelotón, empinando hasta el infinito las posibilidades de la Región. Cuando parecíamos pedalear con la cabeza alta, enfundados en palabras y promesas, nos sacude una y otra vez una caída como las moscas y los profesionales de la serpiente multicolor de la Vuelta a España que recorrió las calles murcianas en estos días de reencuentro…con el asfalto. Una cita ineludible y no como las que han saltado por los aires como consecuencia del pirateo informático de Asdhely Madison, que ha dejado con el culo al aire a más de 20.000 murcianos, amantes de las curvas y de otros relieves terrenales. El aire fresco que buscaban se ha tornado en un “zasca” en toda la boca, pregonados a los cuatro vientos en un giro inesperado a la confidencialidad. Otras fotos no menos emocionantes se producen en los tour de los presidentes regionales hacia su meta, la Moncloa, donde el director de la vuelta, que es un decir porque su principal característica es el inmovilismo, ha recibido a nuestro jefe de filas. Plasmados en una instantánea, bajo la arcada del palacio, lucen su mejor sonrisa a falta de un maillot que dé muestras de los ajustes propios de nuestra época. El agua sigue siendo el peor trago para atravesar la sinuosa carrera de Murcia hacia el futuro, donde se suceden otros puertos de primera como la financiación autonómica, el AVE soterrado o la viabilidad del aeropuerto. Como categoría especial, a pulmón, aparece el mantenimiento del estado de bienestar, con abultados desniveles en sanidad, educación y atención a las personas dependientes. Permanezcan atentos a la pantalla, pero ganas dan de bajarse de la bici o sumarse a los dopados, aquellos que reniegan del compromiso. Apretemos los dientes, tiremos el pinganillo para no recibir instrucciones ni cantos de sirena y, al menos, disfrutemos del paisaje y del paisanaje.
EN LA CONTRAPORTADA DE LA OPINION el sábado 5 de septiembre de 2015