sábado, 5 de septiembre de 2015

De vuelta

El regreso de las vacaciones es una de las etapas más arduas de superar, sobre todo si no se tiene la oportunidad de tomar la salida por encontrarse en dique seco o en un camino repleto de púas. Ahí están, como una barrera infranqueable, los datos del paro de agosto, que enfrían el rostro y las entrañas al agrupar a 130.533 murcianos a la cola del pelotón, empinando hasta el infinito las posibilidades de la Región. Cuando parecíamos pedalear con la cabeza alta, enfundados en palabras y promesas, nos sacude una y otra vez una caída como las moscas y los profesionales de la serpiente multicolor de la Vuelta a España que recorrió las calles murcianas en estos días de reencuentro…con el asfalto. Una cita ineludible y no como las que han saltado por los aires como consecuencia del pirateo informático de Asdhely Madison, que ha dejado con el culo al aire a más de 20.000 murcianos, amantes de las curvas y de otros relieves terrenales. El aire fresco que buscaban se ha tornado en un “zasca” en toda la boca, pregonados a los cuatro vientos en un giro inesperado a la confidencialidad. Otras fotos no menos emocionantes se producen en los tour de los presidentes regionales hacia su meta, la Moncloa, donde el director de la vuelta, que es un decir porque su principal característica es el inmovilismo, ha recibido a nuestro jefe de filas. Plasmados en una instantánea, bajo la arcada del palacio, lucen su mejor sonrisa a falta de un maillot que dé muestras de los ajustes propios de nuestra época. El agua sigue siendo el peor trago para atravesar la sinuosa carrera de Murcia hacia el futuro, donde se suceden otros puertos de primera como la financiación autonómica, el AVE soterrado o la viabilidad del aeropuerto. Como categoría especial, a pulmón, aparece el mantenimiento del estado de bienestar, con abultados desniveles en sanidad, educación y atención a las personas dependientes. Permanezcan atentos a la pantalla, pero ganas dan de bajarse de la bici o sumarse a los dopados, aquellos que reniegan del compromiso. Apretemos los dientes, tiremos el pinganillo para no recibir instrucciones ni cantos de sirena y, al menos, disfrutemos del paisaje y del paisanaje.
EN LA CONTRAPORTADA DE LA OPINION el sábado 5 de septiembre de 2015

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