sábado, 1 de diciembre de 2018

Otra caña
Normal que Murcia sea la Región con más consumo de cerveza por cabeza. Aquí lo que realmente marea es el agua. Un elemento que, al contrario de sus propiedades, ensucia toda la actualidad al grito de “¡agua va!” entre los que nos gobiernan. Si el grifo se cierra con la derecha -como la triste elevación del umbral mínimo para poder trasvasar o las no menos lamentables declaraciones de ministras como Tejerina o de personajes como Cospedal- se intenta encubrir con el cielo azul que ha cubierto durante lustros lo que deberían ser nuestros manantiales en Madrid, Castilla-La Mancha y Aragón. Si el tapón se forma con la izquierda –como el inusual trasvase cero del nuevo Gobierno- se enmascara con una transición energética que, al parecer, comienza por restringir un “oro líquido” vital para el desarrollo tanto en el pasado como en el presente y en el futuro. Sería ilógico pensar a estas alturas que la interminable guerra del agua no quedará limitada a un “tú más” propio de las contiendas electorales, donde se guardan y exhiben pancartas en función de los intereses partidistas. De ahí que el verdadero problema que resaltan los murcianos en las encuestas no es el agua sino el paro. Por ello, mientras se atizan cañonazos de una a otra acera, aprovechemos para superar el récord nacional de 50 litros al año de agua amarilla. Aquí, más conocida como agua de Espinardo, cuya factoría estrella tuve la suerte de visitar junto con un grupo de periodistas. Allí aprendí dos cosas básicamente. La primera es que la cerveza es la piedra angular de la Iglesia, pues en la Edad Media permitió a los monjes salvarse de las epidemias y, en consecuencia, propagar los beneficios de la fe. Esto es, el pueblo, asolado por la cólera, contemplaba como los habitantes de los monasterios eran indemnes, lo que achacaron a su condición religiosa y no al hecho real de que no probaban el agua. La segunda enseñanza es que de la cerveza se extraen numerosos impuestos para nuestra Comunidad, ahogada en el déficit, por lo que no hay mejor fórmula para corregirlo que afanarse en la tarea de pedir caña tras caña. Va por ustedes. Salud.
LA OPINIÓN DE MURCIA / Nos queda la palabra