sábado, 6 de enero de 2018

Gripados

El lubricante que se aplicó en las competencias de Sanidad no se utilizó ni en el mecanismo ni en la acción adecuada. Inyectar unas transferencias de tal tamaño a una comunidad tan pequeña como la murciana exigía embadurnarlas de los billetes suficientes, pero la vaselina se utilizó de aquella forma y aún estamos doloridos por aquel parto de los montes. No se trataba de ayudar a Murcia sino de que Murcia aliviara al Estado, invirtiéndose el rol natural. A ello hay que sumar que desde aquel maravilloso acto la sanidad pública se ha bajado los pantalones ante los intereses privados hasta la violación flagrante del derecho ciudadano a una atención de calidad. Y para más inri, para rematar, el bisturí ha sido el instrumento que mejor ha funcionado en manos de aquellos a los que sólo les importa la radiografía de los números. Resultado de la receta mágica que combina escasez de financiación de las transferencias de Sanidad, privatización a ultranza y mala gestión: Servicio Murciano de Salud. Habrá a los que aún les preocupe únicamente el diagnóstico económico, pero lo más grave es la depauperación de la que, hasta hace escaso tiempo, era nuestra joya de la corona. Es patético comprobar que todos los inviernos la gripe pone al descubierto las carencias del sistema sanitario, con innovaciones este año como los traslados entre hospitales o el cierre de una buena parte de las intervenciones quirúrgicas. No hay ejercicio, haya o no cambio climático, en el que la epidemia sea la más grave de la última década y no hay transición navideña sin el portal que construyen las camas en los pasillos.  Como diría la señora Legarde, directora del Fondo Monetario Internacional, el problema seguramente será de los enfermos y, bajo esta premisa, igual la mejor forma de acabar con el mismo es mantener la misma política de recortar hasta rematarnos a todos. No hace falta ser médico para taponar la sangría.
NOS QUEDA LA PALABRA / La Opinión de Murcia 6 de enero de 2018