Metamorfosis
Con
Mortadelo triunfando en la gran pantalla, crecen sus fans como rey del disfraz.
El célebre personaje de Ibáñez luce su transformismo aún más en 3D, mientras en
nuestra ínfima dimensión se convierte en objeto de culto para personajes como
el pequeño Nicolás –ora CNI, ora Moncloa, ora PP-FAES, ora PP-PP, ora –PP, ora
pro nobis- o nuestro nuevo consejero de Fomento, que acepta cambiar gustosamente
el negro por el blanco en el asunto del Gorguel con tal de tomar posesión. Una
transmutación que, ciertamente, no es nueva ni particular pues no hay más que
ver cómo tornan todos nuestros próceres murcianos al albur del signo del
Gobierno central en temas tan relevantes como los trasvases, la desalinización,
la deuda histórica o el AVE. Como de la noche al día, han dado la vuelta al
calcetín, cual camaleones. Todo ello por no hablar de ese otro gran animal
político que –ahora preservado en esta tierra, que guarda las mejores esencias-
de fiero azote de los corruptos de otros partidos pasa, en un tris trás, a
dulce y mimoso gato con los que, por igual motivo, van cayendo de su manada. De
siempre, no ha hecho falta que ningún político descubriera su armario para
comprobar que la chaqueta es la estrella, pero nunca nadie había alardeado tanto
de su capacidad de mudar la piel para defender su propio nombramiento. Deberá
llevar cuidado el nuevo ministro autonómico de no confundir la mesa del Consejo
de Gobierno con la que sostiene el tapete sobre el que juego la partida los
domingos en su queridísimo pueblo. De lunes a sábado azote de sus paisanos y el
séptimo día arrope. Es verdad que se puede querer a dos mujeres a la verdad y
no estar loco, pero no hay juego más peligroso y deshonesto que confundirlas de
nombre cuando se está en plena faena. La realidad es calidoscópica y
actualmente esquizofrénica, por lo que entre tanta esdrújula no es extraño que
algún día amanezca revestido en un monstruoso insecto.