sábado, 26 de mayo de 2018

Tocar fondo


A veces hay que tocar fondo. La sentencia de la Manada ha sido tal estufido que ha provocado que hasta Ana Botín se declare feminista, uniéndose a las voces que reclaman una igualdad real de sexos en todos los ámbitos. Otra desigualdad también notoria, la económica, ha llevado al Gobernador del Banco de España a reclamar una urgente subida salarial y una disminución de los márgenes empresariales.  No sé si es porque los mercados nos necesitan para vender, pero bienvenido sea el cambio del cansino discurso que azotaba a los sueldos y la calidad en el empleo como única retahíla para salir de la crisis. La denostada atención a los pensionistas y su movilización activa, que es lo que les recetan los médicos, ha obrado el milagro de jubilar los “noes” continuos a su equiparación con la subida del coste de la vida. Falta una reacción similar o pendular a los continuos ataques a la libertad de expresión, por lo que ya me voy a trasladar, en tren, al nivel más doméstico, qué si seguimos en el ámbito nacional nos perdemos. El tercermundismo de nuestras líneas de cercanías es tal, semejante a los primeros convoyes que recorrieron el oeste americano, que todos los partidos sin excepción se han parapetado en las vías para reclamar mejoras. Treinta años cumple “La Opinión” ahora y puedo dar fe que la renovación de la línea férrea lleva un retraso de, al menos, esas tres décadas, aunque no sólo en esta materia podríamos sacar la misma portada del primer día. Como en la vida misma, toda la atención se la llevan los de primera o el dichoso AVE y el resto de clases, las más bajas, sufren el olvido cuando no el derribo. Al modo de Indiana, los pasajeros que aún utilizan las conexiones con Cartagena, Lorca, Águilas y Alicante viven cada día una aventura repleta de incidencias y bochorno. Con vagones propios del museo de Águilas, cumplen su primer reto laboral llegando a su puesto. Románticos que huyen del coche para destilar adrenalina en cada viaje. Ahora, cuando el AVE se lo come todo, piden unas migajas para mantener el espíritu de aquellos pioneros y locos que piensan que el tren convencional es la mejor fórmula para articular y hacer Región.  Es preciso, en cualquier caso, que el más esperado se soterre y el más cercano salga a la luz, siguiendo direcciones contrarias, pero esperamos que complementarias...y, por supuesto, que no perdamos más el tren en este olvidado andén.
NOS QUEDA LA PALABRA / 26 de mayo de 2018. La Opinión de Murcia

sábado, 19 de mayo de 2018

Malos tiempos
En estos tiempos de esperpento y oscuridad es natural que los que se dedican a la cultura, a las humanidades o a las luces anden golpeándose por las esquinas porque los puentes revisten mayor peligro al ser la mayoría de Calatrava. Ya tenemos bastantes espejos deformantes con la realidad como para anhelar que nos enseñen las entrañas desde el escenario o un libro. Y tampoco estamos para divertimentos más allá de los emoticonos o algunas fake news lanzadas por los panfletos digitales. No tenemos tiempo para levantar la mirada fuera del marco de nuestro móvil para contemplar una obra de teatro, un concierto o un cuadro. ¿Acaso el arte, la cultura o la filosofía alimentan? Sanan la mente, enriquecen el alma y aportan criterio y compromiso…valores claramente en desuso y que, en cualquier caso, desde cualquier poder hay que podar. Titiriteros de tres al cuarto y profesores que, como diría el bueno de Manuel Cruz, tienen que explicar siempre que les entrevistan ¿para qué sirve la filosofía? A quién le interesa ahora plantearse y buscar respuestas sobre las grandes cuestiones de la existencia Fernando; el gran Savater que intenta, incluso, explicar qué es la ética a los jóvenes. Alumnos que no podrán disfrutar de la filosofía, la sabiduría o la vida en las aulas murcianas. Y del lado de las tablas, el telón que se ha echado sobre ellos pesa tanto como una mortaja, ocultando todo el talento que atesora Murcia en todas las disciplinas artísticas. En ese viaje a ninguna parte a los cómicos solo les queda volver a los pueblos allá donde aún haya pueblos y recabar la presencia de los lugareños en escenarios improvisados. Cuenten con mi silla, con mi aplauso, con mis buenos deseos -¡mucha mierda!- y con el saludo, compartido con el sin igual Fernán Gómez, para todos aquellos que intentan cortarles el camino: ¡Váyanse ustedes a la...!
LA OPINION DE MURCIA 19 DE MAYO DE 2018 / NOS QUEDA LA PALABRA

sábado, 5 de mayo de 2018

Emergencias a nosotros
Ya me veo yo a todo el Estado Mayor del Ejército y de Interior posando el dedo sobre Murcia en el tablero de operaciones. ¡Eureka! Pondremos a Murcia patas arriba en el mayor simulacro de emergencias realizado hasta ahora en la madre patria. Por tierra, mar y aire, efectivos de cinco ejércitos, bomberos, fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado o protección civil han ensayado, del 23 al 27 de abril, cómo salvarnos de una catástrofe sísmica, química e inundación. No sabemos si es un honor que nos tengan en cuenta, qué algún ilustrado y visionario del poder central nos haya descubierto en esta esquina del Sureste pues es sabido que nuestra Comunidad parece invisible a tenor de la atención que nos prestan en otras cuestiones de mayor condumio. Igual señalaron a Murcia porque la asocian a los hechos luctuosos que salpican, en rojo, los telediarios; que igualmente sólo ponen el foco en esta colonia cuando salta algún suceso. Asesinatos, asaltos o maltratos provocados, sin duda, por los calores o el puto cambio climático. Se piensan que estamos todo el día en Urgencias. Los más sarcásticos consideran que la elección se debe, simplemente, a que aquí cualquier emergencia pasa desapercibida pues vivimos en tal situación desde hace tiempo. No hace falta más que contar el número de pobres, o de camas, o la cuantía de los salarios y de las pensiones. Emergencias a nosotros. Hace tiempo que la sirena de la desigualdad no cesa de ulular, sin que ningún efectivo -no digamos ya los 3.000 que nos visitaron-parezca predispuesto a atendernos en este ámbito. Son muchos los murcianos que viven con respiración asistida por la falta de recursos y de atención, al igual que en otras comunidades del sur de España. Lo poco de lo que estamos seguros por estos lares es que en caso de catástrofe recibiremos siempre el salvavidas de los profesionales que, encuadrados en Defensa e Interior o como voluntarios, se jugarán el pellejo por nosotros mientras sus mandamases posan. Pero en cuestión de simulacros, que es en lo que estamos, por qué no se quedan en Madrid o Barcelona, que están para evacuar.