sábado, 9 de febrero de 2019

A tus atardeceres rojos
Así no hay quien pueda. Iba a llevar a mi chica al Mar Menor para compartir el atardecer rojo del Mar Menor en San Valentín y sale un estudio de la Universidad de Murcia que acaba con el encanto porque atribuyen la tonalidad a los aerosoles. Estudiar no puede ser bueno. Qué a gusto estaban en la prehistoria alucinando con las evoluciones del sol. Sin televisión ni móvil, les despertaban los rayos sobre una laguna cristalina y se dormían con la paleta de colores y emociones de sus ocasos. Un poco más cerca de nuestra era, Joan (sí Joan) Manuel Serrat compuso el himno “Mediterráneo” elogiando también esos atardeceres rojos y el resto de emociones que, a flor de piel, nos causa nuestro “Mare nostrum” que, en el caso de Murcia, es doble. Todo iba más o menos bien, incluso el nivel de turbulencia o claridad de las castigadas aguas, hasta que la Universidad de Murcia nos desvela un horizonte artificial, pues aunque existen aerosoles naturales es de temer que su procedencia sea fruto de la combustión. Días después, para más inri, varias universidades de Europa y de Estados Unidos -que allá en América del Norte también existen aunque elijan a energúmenos de la talla de Trump- revelan que el mar dejará de ser azul como consecuencia del cambio climático. Vamos que después de quitarnos el rojo nos suprimen también el azul. ¿Con qué vamos a llenar los telediarios? El fitoplancton sufre nuestro CO2, lanzado por tierra, mar y aire por el personaje citado, entre otros. En 2100 calculan que el 50% del agua del mar será de otro color…ni Serrat podrá pintar de azul sus largas noches de invierno. Ni se me ocurre añadir a esta sombría predicción de futuro aquellos informes que detallan el avance del mar sobre la costa y su incidencia en el entorno único de La Manga del Mar Menor, aunque, como diría el nano, a mí que me entierren “En la ladera de un monteMás alto que el horizonteQuiero tener buena vista”. A ser posible, la misma que la de los neandertales.
NOS QUEDA LA PALABRA / La Opinión de Murcia

sábado, 2 de febrero de 2019

Yoduro de plata

Ahora que tenemos pista libre, igual sería interesante experimentar la posibilidad de utilizar avionetas que, cargadas de yoduro de playa, provoquen o impidan la lluvia a nuestro antojo. En la tecnológica Corea del Sur ya han hecho despegar una primera aeronave para, a base de cañonazos, estimular la lluvia sobre la contaminada Seúl. Allí lo tienen más fácil porque son más innovadores, pero más peligroso también porque igual los disparos, además de excitar a las nubes, despiertan al vecino, el amigo Kim Jong-un. Sin necesidad de rogativas ni de procesiones, tendríamos en nuestra mano la posibilidad de, antes del amanecer, dar un riego a nuestros campos, tanto de Cartagena como del resto de la Región. Una vez saliera Lorenzo, nuestro adorado sol, haríamos desaparecer la lluvia para regocijo de los millones de turistas que esperamos, con los brazos y los bolsillos abiertos, una vez que Murcia se convierta en el destino internacional más anhelado. De esta forma, no sólo daríamos uso al flamante aeropuerto de Murcia -avioneta llueve avioneta escampa- sino que atenderíamos a nuestros dos sectores económicos por excelencia: agroalimentario y turístico. Amén de dejar en paz a todo el santoral, cuya credibilidad está muy dañada con los graves episodios de sequía que padecemos. Imagínense disolver cualquier preocupación con respecto a las precipitaciones en la cabecera del Tajo o las crecidas en el Ebro. Ya no habría problemas de trasvases cero, ni uno ni dos ni tres…pues tendríamos riego programado a tutiplén, ahorrándonos por ello cientos y cientos de páginas de periódico y hasta la otra avioneta que, cada verano, sobrevuela nuestras cabezas del Sindicato Central de Regantes. Por si ello fuera poco, nos convertiríamos en el plató de todas las películas con paisaje tropical. Un microclima selvático y otro desértico, a elegir. Hasta en un rincón podríamos reproducir las maravillosas Galicia o Asturías, donde iríamos con nuestros congéneres los domingos a mostrarles el líquido elemento. ¿Quieren más? La Patrulla Aguila incorporaría una aeronave que, expandiendo lluvia, formaría un arco iris con la bandera de España, que igual les resulta el argumento definitivo. Coincidirán conmigo en que el futuro es el yoduro de plata y, qué yo sepa, nadie aún nos lo ha prometido. 
NOS QUEDA LA PALABRA / La Opinión de Murcia