Se desarmó el belén
Dado que sería un milagro que el minimalismo llegara al
Vaticano, interpretemos la supresión del burro y el buey del portal de Belén
como una consecuencia del recorte presupuestario europeo a la agricultura y la
ganadería. Un sector primario que sufre
también las plagas de los presupuestos nacionales y autonómicos. Siempre atento
a la vida terrenal, el último libro del Papa Benedicto elimina el attrezzo
animal del belén. El futuro del niño es también incierto dada la situación de
la educación, la sanidad y la cultura, mientras que alguno de los reyes, sin
duda, se sumará a los 600.000 parados que ha generado la reforma laboral. Un
ERE en la monarquía, que no gana para juicios tras el nuevo testamento del buen
discípulo Gallardón. Si a ello se suma la permanente amenaza israelí sobre la
ciudad palestina y los divorcios que no cesan, podemos predecir que al belén le
quedan cuatro días. Agarrémonos, pues, a Nápoles, a Italia, a nuestro
"amigo" Monti, donde nació realmente la tradición belenística,
posteriormente trasladada a España gracias a imagineros como Salzillo. Nos
podrán quitar la agricultura y la ganadería, pero el belén no lo permitiremos.
Si es necesario, a sus moradores, aunque no sean chinos ni rusos, les ofrecemos
permiso de residencia siempre y cuando nos dejen el oro, el incienso y la
mirra.