domingo, 31 de agosto de 2014

Eclipse
En un rincón donde el sol luce en todo su resplandor –tanto como los destellos de la publicidad que lo dibuja como un paraíso- las sombras dominan. Cegados sus ciudadanos, los mandamases acechan tras los cristales tintados de sus potentes carros y horteras gafas. Impotentes, los habitantes comprueban día tras día como su energía –no solar precisamente- se transforma en empobrecimiento. Todos los rayos confluyen para dinamitar la educación, la sanidad y la ayuda a los más desfavorecidos y mayores, opacando la existencia. Mala fotocopia del imperio del sol naciente, los trabajos ya no garantizan un sueldo decente sino indigente. Por unas pocas rupias, su reflejo forma dos castas: la dominante y la endemoniada. Con un rey dinero rodeado de su caspa de siempre, corrompidos al sol que más calienta, y unos súbditos que no encuentran el cobijo que creen hallar los miles de turistas. Condenados a los que van a tostar su piel, intentan enmascarar la miseria con una sumisa sonrisa. En permanente genuflexión, ocultan también que los vertidos del hermoso hotel comparten baño con los huéspedes. El azul del cielo acoge episodios burbujeantes de suciedad y bajo la fina arena se barren los restos de colillas y desperdicios del progreso. En objetivo, no obstante, es que ningún foráneo, con su correspondiente pulsera, vea más estrellas y espacio exterior que las cuatro paredes del mastodóntico albergue. Muros interiores y exteriores sobre los que plomizamente cae el sol y donde declina el verano, la libertad, la dignidad y la vida. 
NOS QUEDA LA PALABRA / La Opinión de Murcia 21 de agosto

sábado, 30 de agosto de 2014

De regional
Mi pésame a todos los que han sufrido el descenso del Real Murcia como un asunto personal, como una pérdida sólo comparable a la que se vive cuando un ser querido pasa a la dimensión del recuerdo. Con el fútbol, es cierto, no se juega. A todos ellos les puede quedar el consuelo de que la Región de Murcia sigue militando y a la cabeza de otras divisiones que fracturan a los ciudadanos aún más que la afección o desafección al balompié. Así, nuestra clasificación no peligra en la champions de los sueldos y pensiones más bajas. Somos también las estrellas de la economía sumergida. Y no hay equipo regional que tenga más jugadores amputados por sus malas artes, expertos en el juego sucio y en burlar las tarjetas rojas entre el fervor del público, que prefiere mirar para otro lado. Como en el deporte rey, nuestra Murcia porta la corona de las comunidades autónomas más endeudadas a pesar de que los fichajes e inversiones millonarias nunca acaban de llegar o funcionar. Como en este bombardeo continuo de partidos que constituyen lo mejor de nuestra existencia, no hay día en que una u otra noticia, como el descenso de los fondos para la dependencia o los recortes en sanidad, no suponga un gol a nuestro bienestar. No hay marcador que resista las cifras de desempleo, pobreza y desigualdad que representa nuestra camiseta autonómica. Estamos, por tanto, fuera de juego no sólo en términos futbolísticos. Por mucho rubor que nos produzca ser el hazmerreir de todo el país peor es el hazmellorar de nuestra liga regional. 
NOS QUEDA LA PALABRA / La Opinión de Murcia 30 de agosto

lunes, 18 de agosto de 2014

Verano
Con una esterilla sobre la mullida arena del Playazo de Vera, el bebé soñaba. Bajo la sombrilla, arropado con una toalla para combatir una brisa que su desnudo pie buscaba, dormía en la orilla con el arrullo de las olas. Incansable, el agua batía, muy cerca, la tierra que le sostenía. Tras nueve meses de oscuridad, ya había puesto cara a las voces más cercanas, deslumbrado por la luz del quirófano y por el sol de la mañana. Ahora, allí arrebujado, con los ojos cerrados, recordaba el vientre materno, comparando cuál de los dos paraísos le gustaría que se eternizara. En ambos, agradecía el movimiento, cuando su cuerpo melodiosamente se desplazaba. Dentro, en el seno de su madre, procuró acompañar su corazón al latido que le acompañaba, envolviendo de amor todo su universo. Ahora, acostado contra el suelo, sentía el palpitar de la tierra, el suave crujir al trazar su órbita, mientras su incipiente pelo jugaba con el viento. Y también le gustaba. El rumor de las olas, las palabras amigas, el aire, la tierra, el olor salino y el sabor cercano de su comida.   Acunado por el presente, sin más pasado ni futuro. Allá levitaba. Sin miedos. A la sombra, en un lugar del mundo, escondido y libre, disfrutando de un tiempo pleno, repleto de sueños, felicidad y armonía. A su alrededor, el verano intentaba dibujar un gran paréntesis; aunque, arriba y abajo, las pertinaces olas arremetían. Contra las injusticias, sin tregua posible.

NOS QUEDA LA PALABRA / La Opinión de Murcia 9 de agosto

martes, 5 de agosto de 2014

Nacionalistos
Coincido con Jordi Pujol en que el nacionalismo no es el objetivo. Lástima que no lo entiendan así los muchachos de Esquerra, que han decidido taparse la nariz oponiéndose a una comisión de investigación para no perjudicar su única bandera: ganar las elecciones sea como sea. Es cierto que asegurar el porvenir  de los hijos propios es el fin de cualquier ser vivo, pero esperábamos que un dirigente de su talla les llenara la cartera de saber, no del dinero que ha hurtado a los catalanes que no se apellidan Pujol y al resto de los españoles, incluidos los murcianos y andaluces que se han dejado la piel por esa tierra. Con ese alma de andorrano que exhiben los de su especie, aunque no se sepa muy bien si -como el resto de los paraísos fiscales- aquello es una nación o una calle con estancos donde nadie paga impuestos, pretenden que el himno oculte el ruido que genera el estruendoso derribo del Estado de Bienestar, la única patria por la que sí merece pelear tanto por nosotros como por nuestros vástagos. Mientras los charnegos aportaban la mano de obra que necesitaba Cataluña, usted se lo llevaba a manos llenas tanto en su feudo como en Madrid, con unas componendas, a derecha e izquierda, que han consolidado a aquella Comunidad como la más rica y a Murcia y a Andalucía entre las más pobres. Un sur en el que también han germinado los ladrones de “guante blanco”, pero que también acogió a bandoleros como “Tempranillo”, que repartía entre los pobres lo que sustraía a los ricos, pues hasta para robar hay clases. Lástima que ese espíritu de Sierra Morena no perviva y se extienda hasta Andorra. 
NOS QUEDA LA PALABRA / LA OPINION DE MURCIA 1 de agosto

¿Hay alguien ahí?
No hace falta tomar un avión para desaparecer. Ni es preciso abrir el aeropuerto de Murcia para que los aviones desaparezcan. Ser dominguero o veraneante de bajos vuelos te permite atisbar, desde tu minúscula ventana, el tránsito urbano y playero, donde tanto en una como en otra atmósfera se respira y escucha que este verano hay poca gente. Miras al trasluz las sombrillas y observas como hasta el aeroplano publicitario sobrevuela la arena en vez del agua, buscando a la tropa. Y cuando se trata de reponer fuerzas encuentras compartimento a la primera, con indiferencia de la clase que posea el restaurante. De vuelta al asfalto, en tu vuelo rasante diario te vas topando con comerciantes que salen a fumar y a tomar el fresco, apuntando a una reducción del personal con respecto a otras campañas. El fenómeno es aún mayor en regiones como Murcia, donde sólo aumenta el número de imputados mientras, como es obvio, disminuyen los ciudadanos. En la zona VIP suben los billetes y en el de las inmensas mayorías bajan, como muestran las balanzas fiscales en donde los murcianos han reducido su saldo 380 millones de euros. Se difumina la financiación a pesar de que la pobreza exhibe, con todo esplendor, su trágico perfil. Como quiera que las agencias de viaje tampoco levantan el vuelo, habrá que concluir que la economía sumergida, el calor o el miedo no nos deja levantar cabeza. En vez de intentar cambiar el rumbo con el poco combustible que ya nos queda, desaparecemos como los avestruces para no ver como se desmorona todo a nuestro alrededor, no sólo los aviones y la esperanza que abaten la guerra (Ucrania) y las injusticias (Gaza).
NOS QUEDA LA PALABRA / LA OPINION DE MURCIA 26 de julio