Si no fueran acérrimos seguidores de sus presidentes,
sabrían inglés para leer hoy en “The Guardian” (El Guardián…de las libertades)
que Murcia es espiada por la NSA (Agencia de Seguridad Americana). No somos
nada sin los paréntesis. Las “matahari”, sin embargo, no son capaces de
desvelar la identidad del tercer hombre, que luchará con Bernal y Sánchez por
la sucesión, ni otros grandes misterios de esta escondida tierra, como cuál es
la misión de sus diputados y senadores en Madrid o para qué sirve el Comité de las Regiones. Sus devaneos se centran en
conocer los mensajes cifrados que encierran sus rotondas, destacando la triada
de Ikea, los cubos y la escalera al cielo. A ninguna parte también parece
conducir un aeropuerto fantasma en el que sólo transitan a pie personajes de
altos vuelos bajo la vigilancia de hombres de verde y extraños sombreros. Otro
trasiego claramente sospechoso, porque no tiene consecuencias, es el que han
detectado entre los juzgados, los ayuntamientos y la Comunidad. Rodeados de cámaras
y con negras gafas, caminan cabizbajos del estrado al establo con solución de
continuidad. Deducen –como podría hacerlo un torero al otro lado del telón de
acero- que debe ser porque una de las palabras que más se oye en ese páramo es
agua, que les advierte cuando se acerca el enemigo; y también camarillas, un supuesto pantano de
lodazal que no se acaba de resolver para que lleguen otras aves de rapiña. No
es extraño que vaya la Paramount a rodar, concluyen.
NOS QUEDA LA PALABRA / La Opinión 1 de Noviembre de 2013
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