Cuéntame un
cuento
Erase una
vez que se era un lugar, antaño alegre, donde iban desapareciendo los enanos
por la caída de la natalidad, las princesas se convertían en ranas y hasta el
cuento, tras cerrar los ojos Ana María Matute, estaba de luto. En este país del
siempre jamás, la niña que huía de la niñería nos iluminaba con su magia sin
ocultar la cruda realidad. Las hadas madrinas son centros de Caritas que, como
setas, surgen por todo el país y a cuya inauguración acuden, con piel de cordero,
gozosas autoridades inanes y expertas en fabular, pero incapaces de saciar el
hambre y el alma. Los caballeros no son de leyenda sino personaje frikis como
el que, de nombre Soria aunque es canario, tizna el sol y el turismo de negro husmeando
petróleo y gas. Con sus mares repletos de medusas y de cantos de sirena que a
nadie engatusan, y la tierra rezumando
ratas; los habitantes de lo que fue un frondoso bosque, con patitos feos en sus
hermosos lagos, se muestran inmunes a la corrupción y al desatino. En
genuflexión permanente, como buscando migas con las que retroceder a un tiempo
mejor desde el que sólo sea posible avanzar, sufren al ogro mayor de un reino
que está empeñado en ser el envés de Robin Hood, hurtando a los pobres para
agasajar a los ricos. En este terror que nos impide conciliar el sueño; niños,
jóvenes y adultos observan como, al igual que los hospitales y centros de
salud, se cierra sobre ellos un infeliz “colorín colorado”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario