domingo, 4 de enero de 2015

Bien mordida la lengua 
Lo he intentado, pero los mensajes y vicisitudes de los palacios Real y Ribereño del Segura, además de las grandes motas emitidas desde la televisión, me han impedido alcanzar el aislamiento térmico de la actualidad, que lejos de enfriarse se recalienta cada vez más. Si el discurso del Rey causaría estragos sobre el retrato de Dorian Gray al dibujar un rostro de España en descomposición por su corrupción, pobreza y secesión; las andanzas de nuestros lazarillos murcianos nos acercan al nobel de la picaresca. Nada de política, nos lo han repetido hasta la saciedad los gurús de autoayuda, sicólogos, médicos, abogados matrimoniales, curas y demás curanderos de nuestra salud física y mental. En la mesa y en la cama evitar la confrontación en Navidad, eludir las conversaciones que creen conflicto mediante derivadas, perífrasis, largas cambiadas, silencios, sorderas, caminos de en medio o cualquier otra táctica de disuasión, como morderse la bífida lengua. Prohibido pronunciar el plural de la primera persona del presente del verbo poder, pues abre una espita de sensaciones imposibles de atajar. Cuidado con mencionar el hedor que suelta la basura que se amontona por ser días de no recogida, ya que algún carroñero haría balance de la peste que exhala la que hemos acumulado a lo largo de todo el año. Nada de hablar de los programas más populares de televisión, pues la gran mayoría nos llenan de caspa el salón, lo contrario de la diversión y bienestar que nos habían prometido. En fin, que todo se confabula para hacernos la pascua, incluido el Papa Francisco y la revolucionaria Caritas, que coinciden con el Gobierno en que este próximo año aumentará el trabajo, pero el de pésima calidad y el de los voluntarios. Si de propósito de enmienda se trata -como es tradición en todos los inicios- tendría que ser a la totalidad. Feliz año.

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