domingo, 10 de julio de 2016

Ser o no ser

En una especie de bumerán, la aportación de Australia al imperio inglés, contra sus propias cabezas, donde martillean los ecos del “Brexit”, los hijos de la Gran Bretaña suscriben múltiples iniciativas y asisten a multitudinarias manifestaciones para anular su propio voto, expresado en referéndum. Los ingleses se revuelven contra lo que ellos mismos han refrendado y votado. Libran una cruenta batalla con su yo y sus elementos. Desde otros lares o lores, no deja de ser también contradictorio que la Comunidad Autónoma de Murcia o algunos ayuntamientos murcianos abran el tablacho de la política diaria a la participación ciudadana cuando en la Asamblea Regional, que representa a todos los murcianos, se denigran las enmiendas de la mayoría. Se desprecian, no escuchan o convierten en pólvora las propuestas de los partidos que personalizan a la mayoría por una vía y, por la otra, la intravenosa, se abren los presupuestos a la participación ciudadana. Nunca será excesiva la aportación y control público para abrir nuestro rígido sistema; pero no deja de ser paradójico que se prime, elogie y bendiga la opinión particular sobre la que encarnan los, digámoslo así, diputados del pueblo. Bienvenido sea, por tanto, la apertura de las cuentas regionales al bolígrafo de los murcianos; pero también habrá que aprovechar la ocasión para reivindicar la legitimidad de todas las propuestas que partan de nuestros parlamentarios. Todo se andará, pero no se puede ser una cosa y la contraria, a modo de la extraordinaria novela inglesa Dr. Jekyll y Mr. Hyde. Ello nos permite mantener la esperanza sobre, con independencia de los resultados electorales, el acierto de los murcianos a la hora de dibujar los presupuestos sin  renglones torcidos, que enturbien aún más nuestro propio sistema de bienestar económico y social. Igual pretenden que, al final, la participación ciudadana consista en que nosotros mismos esgrimamos las tijeras, recortando nuestra cabeza y nuestro propio futuro.  


NOS QUEDA LA PALABRA / La Opinión de Murcia 10 de julio

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