Yeti
No hay peor monstruo que el que generan nuestros propios
miedos. Entre la espesa nieve que ha cubierto la actualidad esta invernal semana
ha emergido un primate. Un monstruoso hombre de las nieves que amenaza al
conjunto del planeta, no sólo a la aislada y bárbara comarca del Noroeste. Procedente
del más oscuro de los glaciares, muy cercano a los Urales y en los anales de
una historia que parecía ya olvidada y a pesar del navideño éxito de ventas del “Mein
Kamp” en Alemania, ataca a los que no son de su misma especie: blanco, rico y
católico. Dieciocho minutos de rugidos le han bastado para coronarse como el
puto amo del mundo. Nos veíamos tan
felices, disfrutando del blanco paisaje, confiando en que no pasara el tiempo
para disfrutar de la hoguera y de las migas y, de pronto, el espécimen nos
hunde en el negro túnel de la prehistoria para chamuscarnos con el fuego de la
intolerancia y el racismo. Ya sé que este terrible Yeti, cuyo tupé se extiende
como una ola para tapar las libertades conquistadas, no es tan peligroso como el que habita en los
Andes, más maduro y verdadera bomba para la estabilidad del universo. Uno lleva
la bandera en sus calzoncillos y el otro la exhibe en un chándal, pero mientras
el primero obtiene el beneficio de la duda con respecto a su estulticia y
malicia el otro ya nació condenado. Tanto llamamiento a la patria, a la sangre,
al aislacionismo y a combatir a los políticos nos remontan a otros tiempos; lo
que nos deja congelados, cual habitante de Narnia. Perseguir al diferente es su
lema. Guárdese el que no tenga en su frente las barras y las estrellas; aquel que
no goce de una cuenta millonaria o aquel/aquella que lleve falda. El Yeti
arremete contra nuestro físico e intelecto y Murcia está toda cubierta de nieve. Anden
con cuidado, pues ya está aquí, ya ha cuajado lo peor de nosotros mismos.
NOS QUEDA LA PALABRA. La Opinión de Murcia, domingo 22 de enero
No hay comentarios:
Publicar un comentario