Vía Crucis
I.
Primera
estación. Como sea la de Renfe en Murcia el calvario empieza pronto, aunque al
menos no pasaremos del suelo porque no hay peligro de soterramiento.
II.
Segunda
estación. Si seguimos con la de autobuses de Murcia el camino se empina aún más.
III.
Tercera
estación. Los presupuestos nos traen contrición, pero no perdemos la esperanza,
tal y como se demuestra en cada cita electoral.
IV.
Cuarta
estación. La nueva presidenta del PP de Valencia pide “justicia para mi tierra”
a Mariano Rajoy tras ser elegida. Nosotros preferimos la fe y el silencio
propio de estas fechas, aunque el martirologio se premie después de muerto.
V.
Quinta
estación. El presidente del Gobierno comienza a recordar cómo se pronuncia
Murcia tras 45 días de amnesia.
VI.
Sexta estación.
Percibimos que fuera de Trapería y la Gran Vía hay vida. Tanta vida que,
incluso, pretenden resucitar el Mar Menor. Dios les oiga.
VII.
Séptima
estación. Agricultores y vecinos unidos por el medio ambiente. Esto sí que es
un cambio climático.
VIII. Octava estación. El que también ha
resucitado es Zapatero, que ha dejado el testigo como demonio al tripartito.
IX.
Novena
estación. Tripartito no, pero yo no voy a renunciar a la tarta de tres
chocolates.
X.
Décima
estación. El Papa dice que el mejor ayuno de Cuaresma es pagar salarios
justos, en blanco y cotizando a la Seguridad Social, que los mercaderes
no entrarán en el reino de los cielos por muchas oraciones y donaciones
que realicen.
XI.
Décimo
primera estación. Al conflicto de Murcia le ha sucedido el de Gibraltar. Dos
temas rocosos, sin duda.
XII.
Décimo
segunda estación. Algunos humoristas nacionales exclaman socarronamente que cambian
Murcia por Gibraltar. Aquí no hay picardos, pero sí pícaros y picardías y no
sólo en Lorca y Abarán.
XIII. Décimo tercera estación. ¿Será todo
postverdad?
XIV. Décimo cuarta estación. Vacaciones.
Amigos, libros, cañas, playa, montaña.
Nos hacen faltas unas vacaciones como Dios, pero no se
preocupen que será un mero paréntesis en nuestra apasionante actualidad. A
vivir que son dos días, así que bájense en la última.
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