De nada
Estoy viendo que al final nos toca pagar por su presencia.
Se acercan las vacaciones y, por tanto, las barbacoas multiculturales que
normalmente se pagan a escote, como es natural en esas ardorosas fechas. Tres
matrimonios de Andalucía, uno de Murcia y otro del País Vasco (a los de
Cataluña los hemos vetado) nos juntamos para compartir las clásicas viandas y
hacer las no menos habituales señales de humo y sonoras para levantar la
envidia entre los vecinos. Hace ya tiempo que la pareja foránea, de más allá de
las fronteras del Sureste, goza de cierta indulgencia y nos toca pagar, con
gusto, al resto, que podríamos denominar los tontos del bote. Ello no es óbice
para que mis entrañables amigos Patxi y Ainhoa no destapen su tarro de las
esencias para ponernos los dientes largos con la calidad de la sanidad, la
educación y el resto de los servicios públicos en Euskadi, amén de
vanagloriarse por la ausencia de los casos de corrupción que florecen en el
resto de Hispania. Ya no podrán decir que no están tiznados, pero me temo que
este año se troncharán aún más de nosotros tras el acuerdo alcanzado por el PNV
con el Gobierno central. Unas concesiones que supondrá el ingreso de 6.000
millones de euros para las arcas vascas en concepto de una menor aportación a
la bolsa común y, encima, de un impulso a las inversiones del Estado, pues
3.600 millones destinaremos el resto de los españoles a llevar el AVE al País
Vasco. Esto es, pagan menos y reciben más, siendo la Comunidad mejor
financiada. Un favor que fue rubricado apenas 12 horas antes de que Soraya
asistiera en San Esteban a la toma de posesión de nuestro nuevo presidente,
donde del compromiso por escrito sobre los presupuestos, allá en el País
Vasco, pasó a las declaraciones de amor
de palabra, acá en Murcia. Un cariño correspondido pues el nuevo titular de
Murcia le garantizó que no será “conflictivo”... sin poner ninguna carne en el
asador a pesar de ser los peor financiados. Ya saboreo las gambas y sudo con
las risas de los vascos…pero lo que no saben los ilusos es que nunca podrán
vivir por aquí; que Patxi, que está en ADIF, cumpla su sueño de trabajar en la
estación del AVE de Vera tal y como pretendía cuando compraron la casa en esa
bella ciudad almeriense, frontera con Murcia y a años luz ambas del ferrocarril
y del futuro.
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