domingo, 15 de marzo de 2015

Aforro 

Aforro: Capacidad de algunos cargos públicos para ahorrarse el ciento por ciento de su nómina. Los más infalibles, el 120%. Curioso animal político que logra acumular en su buchaca todo lo que araña en la jungla diaria, en torno a los leones u otros congresillos. No se le conoce gasto en todo el año, pues jamás reparan en banco o caja, reintegro o cajero ni para tomar aliento. Pasan los meses como empezaron, quizá con más dinero. Y es más, cual dromedarios, saltan los años sin mover los cuartos, salvo los trasteros. Suelen sopar en todos los charcos, especialmente de aquellos situados en buenos terrenos, protegidos medio ambientalmente. Es oler la recalificación y les crece el diente, sembrando el terror a su alrededor. No les hace falta más, ni medias pensiones ni rentas básicas ni aumentos de sueldo. No les entran balas ni crisis por mucho que sus opositores balen. Sólo temen a los hombres de negro, capaces de acorralarles. Sin prisas, pero sin pausa, terminan por llevarlos al estrado, con la ayuda inefable de otros francotiradores, que hacen caso omiso al jefe de la montería para poner su punto de mira sobre los poderosos.  Osados, osete en la Región de Murcia, no dudan en aplicar la lupa a tan curiosos personajes, que siguen en sus trece cuando no catorce y quince, pues de sus cuentas no descuentan. Son numerosas sus víctimas. Devoran a los de abajo, pero, si es necesario, también a los de arriba. Destrozan a los que les intentan llevar a capítulo, les piden cuentas o que expliquen su inexistente presupuesto, pues no hay tal sin gasto. Se mofan del déficit, la deuda, equilibrios o balanzas, incluida la de la diosa justicia. Se les ve altivos y, por supuesto, tranquilos.  Y practican, con denuedo, la acepción pronominal del verbo: aforrarse. Ahorrarse dinero y molestias. Entre esos tipos y nosotros es evidente que hay algo personal. Un sentimiento animal que nos remueve las entrañas.

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