sábado, 10 de marzo de 2018

Políticos
Con permiso de los jubilados y de las mujeres, el colectivo más vilipendiado es, sin duda, el de los políticos. Acusar de político a cualquier persona es más grave que espetarle los clásicos “estas mayor” o  “eso no es trabajo de hombres”.  Desdeñar cualquier acción adjetivándola de política está de moda, aunque con tal actitud estén haciendo no sólo política sino invocando otra época felizmente pasada. Aún quedan políticos que, en sus comparecencias públicas ante sus correligionarios, no se consideran como tales y hacen gala de ello imitando el célebre “yo no soy político” de nuestro dictador Franco. Etimológicamente, todos somos o seremos políticos como habitantes de una ciudad. Vivamos en el mundo urbano o rural, como ciudadanos lamento decirles que también somos políticos y que, por tanto, todos aquellos que reniegan de tal condición están haciendo un favor a los que entienden que somos súbditos. Aún nos acercan más a la dictadura o al pensamiento único, cuando proclaman el fin de las ideologías exclamando “todos los políticos son iguales” o “no somos de derechas ni de izquierdas”. Yo prefiero otro tipo de manifestaciones, que en vez de enterrarme en un negro pasado luchan por un colorido futuro. Protestas como las de los pensionistas y de las mujeres, repletas de jóvenes, que han recorrido las principales ciudades de Murcia, España y el mundo. Son un signo de esa ciudadanía, un grito contra unas políticas (en plural) que priman a los que prefieren el inmovilismo o el individualismo a ultranza. Es hora de hacer política con mayúsculas tanto en la calle como en las urnas, pues para quienes tienen en la boca siempre el insulto contra los políticos de toda condición no se les ha de olvidar tampoco que son nuestro retrato, elegidos democráticamente. La contrición, el sofá o el universo personal no han hecho avanzar nunca a la sociedad en su conjunto. El progreso se escribe con mayor participación ciudadana y políticos que busquen el bien común en vez del privado. Ya sé que algunos añoran el Antiguo Régimen, pero vivimos en la edad contemporánea que, lo siento, abrió la Revolución Francesa.
LA OPINIÓN DE MURCIA / 10 de marzo

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