sábado, 17 de marzo de 2018

Petazetas


Desde la B de “baby boom” no sé si puedo opinar sobre la generación Z, aunque a ella pertenecen mis hijos. Nos cuenta en Murcia un experto que a estos jóvenes, los nacidos en torno al cambio de milenio, no les gusta ni el trabajo fijo ni la vivienda en propiedad…y a mí que, como he dicho, ya soy mayor me suena a la fábula de la zorra y las uvas. O, lo que es lo mismo, las políticas conservadoras, que son maestras en retorcer el lenguaje y la realidad, nos quieren hacer creer que a los púberes lo que les encanta es el paro, los bajos salarios o la precariedad que marcan su existencia y, por supuesto, vivir en casa de sus padres. Liderando el desempleo en Europa, España tiene al 40% de sus jóvenes menores de 25 años buscando un trabajo y casi el otro 60% en uno indigno. Lo que les mola -al parecer de los grandes analistas que tienen bajo la lupa a esta parte de la población tan sólo para ver su comportamiento comercial- es emigrar…lo que les hace igualicos que sus antepasados. Buscan, como cualquier generación, petarlo y resulta que vuelven a tiempos pasados donde la mayor sensación era meterse en la boca un petazeta. Dicen estos gurús de las marcas que los nuevos jóvenes, además, están muy concienciados con el medio ambiente y, ríanse, los derechos laborales, no adquiriendo ninguna prenda o alimento que no garantice que ha sido elaborado con los máximos cánones ecológicos y sindicales. Esto es, no tienen un duro ni tienen empleo, pero rechazan tiendas como la que empieza por Z, que produce su ropa en el sudeste asiático en medio de ríos de colores por los tintes vertidos y a razón de 3 euros diarios por ocho horas de trabajo. Sí es verdad que cada vez son más visibles en las manifestaciones para intranquilidad de cualquier nervioso delegado del Gobierno, pero aún les falta mucha acidez, como la que nos proporcionaba en el paladar los petazetas, para reflejar su malestar o, según algunos, bienestar. Van a necesitar algo más que Google para sobrevivir y endulzar su vida.
LA OPINION DE MURCIA / NOS QUEDA LA PALABRA

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