Qué siga la fiesta
Este año no me lo pierdo
aunque la lluvia que nos anuncian nos obligue a poner el paraguas al revés de
lo que es habitual en el Entierro de la Sardina (*), dando un toque aún mayor
de sinsentido a estos días, ya que aquí no cae nunca una gota y cubrirnos nos
impedirá recoger los pitos y demás tesoros. La ocasión lo merece y si es
necesario saltar tanto como Cristiano Ronaldo levantaré la pata para coger
alguno de los miles de títulos de máster que han anunciado los sardineros que
lanzarán desde sus carrozas. A la vista del comportamiento de algunas
personalidades que los atesoran y de las universidades que los otorgan; igual
no es un bien tan preciado como el balón, pero siempre lucirá bien en mi
despacho o en mi currículo si decido dar el salto a la política. Además, el
cortejo va a ser más lúcido que nunca pues a las pegatinas con la bandera
española -que han hecho viral los sardineros en esta edición- se unirán los 300
catalanes que nos visitarán para solidarizarse con los vecinos que reclaman el
soterramiento de las vías, allá donde los adornos florales brillan por su
ausencia. Ya me veo a las brigadas esteladas y armadas con bolsas de pipas para
nerviosismo de las fuerzas de orden público, que deberán vigilar ante todo que
no aterrice desde Alemania el terrible Puigdemont, que competiría de tú a tú
con el célebre dragón oriental de nuestro desfile a la hora de echar fuego por
la boca. Los que, a pesar de todo, sí llegarán a tiempo son los elefantes que,
emulando a Aníbal, evitarán cualquier incursión cartagenera en nuestro festejo
murciano más murciano. Nuestro Rey emérito vigilará desde la torre de la
Catedral que los paquidermos no provoquen ninguna estampida. A manotazo limpio
ante tanta tribu y fauna se abrirá paso también nuestra princesa Leonor, pero
esta vez para inmortalizar el momento junto a su hermana y su abuela Sofía, que
han sido invitadas a asistir a nuestro gran acontecimiento. Letizia, que no ha
sido invitada, ya ha amenazado con asaltar una carroza para, en contra de las
reglas y de la nula cuota femenina, lanzar con fuerza objetos contundentes. El
rey no vendrá porque los reyes son los vecinos y el alcalde y los vecinos son
los reyes aunque sólo eligen al alcalde…ya saben. Todo de traca. Qué siga la
fiesta.
(*) Para los que no son
de Murcia se trata del desfile que cierra sus fiestas, que logra reunir a un
millón de personas en la calle. Está formado por grandes carrozas de las peñas
o grupos sardineros, desde las que se lanzan juguetes y los muy apreciados
balones. El público abre sus paraguas al revés para recoger el máximo de
regalos. El cortejo lo abre un espectáculo carnavalero de varios grupos de la
Región y otros invitados, con especial presencia de un gran dragón…y el que
quiera saber más se celebra el sábado siguiente a la Semana Santa.
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