sábado, 31 de julio de 2021


Luces y sombras

Salud, escuchó el amigo tras llamar al timbre. Esa luz le dije realmente yo.  Mientras la factura no baje debes acostumbrarte a usar los nudillos. Te vendrá bien, le dije, ejercitar los puños por si, como cualquier vecino, terminamos peleando con Iberdrola en la noche más oscura.

Después vino mi hijo, que entra como Borja por su casa, directo a encender el horno para cenar pizza. El colega no tiene suficiente con el calor natural que quiere achicharrarme también el bolsillo. Llevo tiempo intentando convencerle de emular el momento más mágico de los campamentos de verano.  Aquel, donde alrededor de una hoguera y al resplandor de la luna, cenábamos y cantábamos  sin necesidad de tener un interruptor cerca.

Lo peor de la jornada fue, no obstante, cuando ya disfrutando de la tumbona en la terraza, bajo el reflejo del farol del vecino, comenzó a sonar “Quiero volverte a ver”.  Uno, que estaba de bajón, sintió la doble puñalada de recordarla y de sentir que no la volvería a ver si no encendía no sólo la luz interior sino también la exterior. Ciego, decidí esperar a ver cómo seguía el guateque, pero todo me parecieron baladas tristes, encendidas de desamor.

Por si fuera poca la desdicha, otra amiga se acercó a mi valle de lágrimas particular para invitarme a leer “La mano de Fátima”.  Aquí me dejó el tocho. Mil paginitas de nada, que leeré bajo la sombrilla y, por supuesto, los rayos del sol; pero que, maldita sea, al parecer se mueve entre dos amores por las tierras de Granada. Nuevamente volvieron a mi mente la luz de sus ojos verdes a la sombra de la Alhambra.

Ya en la penumbra total, me deslumbré con el móvil para, por si se me había olvidado, recordarme que estamos a punto del cortocircuito o del gran apagón, aunque siempre queda una llama de esperanza.

Cerré los ojos.

Apaga y vámonos. 

NOS QUEDA LA PALABRA / La Opinión de Murcia 31 de julio.

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