Y también la
corrupción
Mientras
Brasil se esfuerza en ocultar los símbolos de su pobreza, la civilizada Europa
emerge la prostitución y el narcotráfico, signos de la opulencia, para engordar
su PIB. Tanto tiempo devanándonos el cerebro, buscando fórmulas y craks que nos
iluminaran por la senda del crecimiento, y resulta que la solución está en
acudir a las putas y esnifar cocaína, comienzo y colofón de cualquier negocio
que se precie. Sin olvidar su clásica receta de flexibilizar el despido y
castigar a toda la población mediante los impuestos indirectos -con el
resultado ya conocido de ínfimo crecimiento, alto desempleo y elevación aún
mayor del endeudamiento-, la verdad es que la propuesta de Bruselas de contar
con la prostitución y el narcotráfico es de lo más original si no fuera porque es
una muestra de hipocresía y rayan o son directamente delito. Que nadie piense
que van a idear un plan para estimular la economía y el empleo. No, les basta
con camuflar su negligencia utilizando las cifras de la economía ilegal.
Puestos a sumar, también podrían contabilizar la corrupción para que España y
regiones como Murcia se salieran tanto del mapa en el PIB que igual pedíamos la
independencia. Inauguraríamos, sin duda, un nuevo Siglo de Oro, desplazando el
polo de poder al sur, máxime si a las conquistas económicas unimos las
futboleras- incluyendo el vital ascenso de Murcia a Primera- y, por supuesto,
la pericia de nuestros políticos. Quién sabe, si Felipe VI pasaría a apodarse
el Rey del PIB, rodeado de la corte habitual.
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