domingo, 6 de noviembre de 2016

NOS QUEDA LA PALABRA
Entre la cobra y la anaconda
En Murcia gozamos del privilegio de experimentar tanto la cobra como la anaconda en nuestras íntimas relaciones con el Gobierno. Es acercarnos a él en una muestra del infinito cariño que le procesamos - a tenor del capazo de votos que cosecha en nuestra selva- y recibir una larga cambiada o, en lenguaje actual, exento de símiles taurinos,  la cobra. Así llevamos varios lustros. Impasibles a la luxación, los ministros que han tenido la deferencia de recibirnos han mirado para otro lado cuando se han olido alguna reivindicación en torno a la financiación autonómica, el agua, el AVE o el aeropuerto. Aunque nuestra posición de partida era la de los reptiles, tanto tiempo arrastrándonos para recoger las pocas migajas que caen al suelo, luego las serpientes eran otras aunque nos recibieran con serpentines y se despidieran con una palmadita en la espalda, valga la redundancia. Nosotros doblando el espinazo hacia delante, en señal de genuflexión aunque se nos viera el culo, y ellos esquivándolo con un ágil movimiento de su columna hacia atrás. Sólo cuando ha hecho falta exprimirnos han adoptado la posición de anaconda. Como una región a la cola de la renta y del bienestar, Murcia ha padecido el veneno de la desigualdad. Cuanto más ha apretado este Gobierno al estado social, inoculando el veneno sobre el sistema educativo, sanitario y de protección social, más nos ha triturado.  Inasequibles al desaliento y vacunados de todo espanto, aún hay quien piensa que el nuevo Gobierno hará justicia por estas tierras, sedienta de inversiones y de atención. Con flauta o sin flauta, el maestro que maneja las serpientes nos tiene a todos los murcianos haciendo de faquir. Sólo nos queda que al sufrimiento regional y nacional se una el planetario a través de Trump, cuyos colmillos convierten a la víbora en un ser adorable. Ante tanto ofidio y otericidio; yo, qué quieren que les diga, me quedo con Chenoa. Comprendo y comparto su turbación porque, como es palmario, nosotros sabemos muy bien qué se siente ante el desaire y el desprecio. 
LA OPINION DE MURCIA, domingo 6 de noviembre

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