sábado, 2 de marzo de 2019

España cañí
¿Hasta dónde vamos a llegar? Oigo a un político yeclano alertar de que el Gobierno del temible Pedro Sánchez está barajando prohibir la pólvora en las fiestas patronales. Como si fuera un bandolero a la contra,  el aliado de las fuerzas del mal querría apagar de un trabucazo todos los fuegos artificiales que adornan las cabezas sobre nuestros santos. Convertir todo en pólvora mojada, acabando con los polvorillas y la artificiosidad que tanto juego dan a algunos personajes del tablero o tablao político. Y es que el innombrable no se conforma con empapelar de democracia nuestra Semana Santa –lo que sería un milagro- al hacerlo coincidir con la campaña electoral sino que, para fastidiar a los murcianos, también marchita las Fiestas de Primavera y, lo que es más grave aún, nos llama a la reflexión durante el grandioso Entierro de la Sardina. Si pensáramos durante los desfiles sardineros nos haríamos todos carnívoros. Unos pocos días más en La Moncloa y remata  también los toros, esencia de nuestro ser  y de las tradiciones más ancestrales, populares y cuantos adjetivos encierra una práctica que, en nuestra querida Región de Murcia, está declarada bien de interés cultural. Pobres animales si no salieran al coso para ser sacrificados, como lo son los cientos de piezas que caen a golpe de perdigón y cartucho. Pues el malogrado no se conforma con aguar la dinamita festera sino que también quiere dejar sin tiro nuestra escopeta nacional. Sí, prohibir la caza. Ese noble ejercicio de amor hacia la naturaleza. ¿Qué será lo próximo…la siesta? ¿Qué busca, que estemos despiertos para percibir el verdadero entierro o el estado de coma en el que se encuentra nuestro Estado de bienestar?  Esto es España y sus rasgos de identidad no son ni la calidad de la educación ni de la sanidad ni de la atención a los mayores. Dónde esté un buen “olé y olé” que se quite todo lo demás, incluido el baile electoral.
NOS QUEDA LA PALABRA / La Opinión de Murcia

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