sábado, 9 de marzo de 2019


Punto G

Cuando hay españoles que, tras darle muchas vueltas, acabamos de descubrir el Punto G; nos desayunamos con que ya está aquí el 5G. No estoy hablando de coger el puntito gilipollas ni de quintuplicar la golfería que inunda algunos lares sino de un salto tecnológico que nos hará triunfar o desnucar. Multiplica por mil la latencia, lo que supone que alcanza una velocidad de infarto, aunque no sé muy bien para qué tal vértigo. Quizá sea para mantenernos aún más prisioneros o embobados en la pantalla. Esto es, nuestro coche irá solo, pero no para que veamos el paisaje sino para poder ir mirando el móvil. Por esos campos murcianos y, aún más, castellanos observaremos las luces apagadas de los pueblos abandonados mientras nuestra muñeca emite un destello multicolor que nos mantendrá inexorablemente unido al big data. Quizá algún tractor autopropulsado surque el horizonte, cerro tras cerro sin más destino que volver siempre sobre sus pasos. Cientos de campanarios yacen ya sobre las estepas y las tierras de nuestro país, una triste estampa que cierra el éxodo por los siglos de los siglos del medio rural a la ciudad. De aquellos pioneros que, al final de la Edad Media, decidieron aburguesarse en las nuevas ciudades a generaciones no tan lejanas que, con independencia de la edad, dejaban la agricultura para labrarse un futuro de mayor prestigio social. Hoy su destino, las célebres capitales, desde donde se volvía al terruño en un Mercedes, son smart city. En castellano, ciudad inteligente, un oxímoron pues no hay menos sabio que separarse de la naturaleza, incluida la humana, donde podemos encontrar todo el abecedario con el que construir todo tipo de experiencias sensoriales. Y en ese devenir, que es obligatorio hasta tal punto que lo correcto sería debevenir porque así lo ha escrito, en inglés por supuesto, quien puede hacerlo; nuestra Región de Murcia se sitúa de nuevo por detrás en la carrera de la investigación.  Yo, por si acaso, me atrincheraré en el Punto G porque ahí es fácil alcanzar el cielo. Vivir en la nube (cloud), donde finalmente se concentrará toda nuestra vida. 
NOS QUEDA LA PALABRA / La Opinión de Murcia

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