De vértigo
Como el helio, los helados recortes evaporan nuestra
existencia, despojándonos de toda condición de ciudadano. El despegue se inició
allá por mayo, cuando hace la calor, de la mano del que en aquel momento mecía
la cuna, que nunca nos iba a hacer daño. De un plumazo, el nuevo Jefe de la
Nada nos propulsó a la estratósfera soltando lo que él considera lastre y
nosotros derechos sociales. Puestos ya en órbita y en esa capa del universo,
los recortes, evidentemente, son estratosféricos y no faltaron otras manos para
lanzarnos, ya sin globos sonda ni de otro tipo, al vacío. Desde las más altas cuotas de la miseria, en
los primeros dos minutos de descenso a cuerpo, cuando se rompieron todas las
barreras y ecos del Estado de Bienestar, se escuchaba en alguna Comunidad
Autónoma como algún consejero reclamaba más turismo una vez cerrados, en la
práctica, sus principales museos; o defender la agricultura tras enladrillar
todas las tierras de cultivo; o defender la sanidad y la educación cerrando
plantas y masificando aulas; o apostar por las energías alternativas en medio
de los apagones y ataques a la fotovoltaica…¡Qué mareo! En plena caída, esto no
hay quien lo pare. Una misión imposible. Puede que la Unión Europea, alelada ante las fuertes presiones de nuestro amo del universo, nos preste una
desgastada alfombra para el aterrizaje, donde envolverse antes de tragar
tierra.
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