RIP
(In memoriam de los
25.000 empresas y autónomos desaparecidos en Murcia desde el inicio de la
crisis)
Aunque son mayoría los que piensan que las empresas no
tienen alma, cada vez está más claro que nacen, hubo un tiempo en que
florecían, algunas se reproducen y, ahora más que nunca, mueren. Si se
publicara una esquela por cada una que cierra los ojos o persiana, al menos los
periódicos sobrevivirían. Ellas, que son nuestra chispa de la vida y que, como
en el caso de las de telefonía móvil, nos permiten disfrutar de la libertad que
nos queda, están en peligro de extinción. Entre las inscripciones que señalan
la causa, destacarían fallecimiento por anemia del consumo, falta de un
saludable ejercicio contable, vicios adquiridos como el colesterol malo de la
corrupción, imposibilidad de transfusión financiera o asfixia a la espera del
oxígeno administrativo, cuyo impago las condena a una muerte lenta. En muy pocas el parte de defunción muestra
“alta tensión” pues entre los dolientes comparten lugar y sentimientos
empresario y trabajadores. La guadaña llama a la puerta de los bajos y a los
que se mueven en las alturas, a los privados y a los públicos, aunque en este
último caso no hay pésame sino gozo. Mientras tanto, el equipo médico habitual,
actuando a siniestro con sus tijeras y bisturí, cuenta con cruces sus
cadáveres, que nutren los tanatorios. Aquí sólo toma medidas el de la
funeraria.
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