martes, 9 de octubre de 2012


RIP
(In memoriam de los 25.000 empresas y autónomos desaparecidos en Murcia desde el inicio de la crisis)
Aunque son mayoría los que piensan que las empresas no tienen alma, cada vez está más claro que nacen, hubo un tiempo en que florecían, algunas se reproducen y, ahora más que nunca, mueren. Si se publicara una esquela por cada una que cierra los ojos o persiana, al menos los periódicos sobrevivirían. Ellas, que son nuestra chispa de la vida y que, como en el caso de las de telefonía móvil, nos permiten disfrutar de la libertad que nos queda, están en peligro de extinción. Entre las inscripciones que señalan la causa, destacarían fallecimiento por anemia del consumo, falta de un saludable ejercicio contable, vicios adquiridos como el colesterol malo de la corrupción, imposibilidad de transfusión financiera o asfixia a la espera del oxígeno administrativo, cuyo impago las condena a una muerte lenta.  En muy pocas el parte de defunción muestra “alta tensión” pues entre los dolientes comparten lugar y sentimientos empresario y trabajadores. La guadaña llama a la puerta de los bajos y a los que se mueven en las alturas, a los privados y a los públicos, aunque en este último caso no hay pésame sino gozo. Mientras tanto, el equipo médico habitual, actuando a siniestro con sus tijeras y bisturí, cuenta con cruces sus cadáveres, que nutren los tanatorios. Aquí sólo toma medidas el de la funeraria. 

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