Españolizando, que es
gerundio
Con lo que es la familia en estos momentos y es añadirle “política”
y se rompe el encanto. Rico en tacos, muy pronto la RAE se verá obligada a
incluir nuevos improperios en nuestro diccionario. Ya coloquialmente -quién se
acuerda de lo etimológico- “político” es sinónimo de caradura, corrupto e
indeseable. El ministro del ramo -que se ha cargado la rama de las artes y muy
pronto de las letras- despreció la huelga de educación calificándola de “política”,
pues, como el susodicho, no hay más “ciego que el que no quiere ver”, que se
dice en español españolizado. Posiblemente él no se considere político. En
tiempos no tan arcaicos, el general, con esa visión que tenía, obligaba a sus
ministros a no ser políticos, como los que actualmente nos gobiernan desde
Bruselas. La otra palabra candidata a entrar en “lo peor de lo peor” es, con
perdón, “sindicalista”, dícese de gente de mal vivir. En las acepciones, espero
que jamás se plantee la posibilidad de un “sindicato… de médicos”, términos
claramente contrapuestos aunque, sorpréndanse, no sólo existe sino que su
presidente plantea recetar “espíritu crítico” a los pacientes para impedir el
grave retroceso de la sanidad pública. Acaba de nacer, incluso, un sindicato de
premios Nobel que anuncia el desastre de recortar en I+D. Está claro que añadir
“política” y “sindicato” a cualquier colectivo nubla la mente. O igual somos
nosotros los que hemos perdido cualquier honrosa definición.
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