martes, 23 de octubre de 2012


Españolizando, que es gerundio
Con lo que es la familia en estos momentos y es añadirle “política” y se rompe el encanto. Rico en tacos, muy pronto la RAE se verá obligada a incluir nuevos improperios en nuestro diccionario. Ya coloquialmente -quién se acuerda de lo etimológico- “político” es sinónimo de caradura, corrupto e indeseable. El ministro del ramo -que se ha cargado la rama de las artes y muy pronto de las letras- despreció la huelga de educación calificándola de “política”, pues, como el susodicho, no hay más “ciego que el que no quiere ver”, que se dice en español españolizado. Posiblemente él no se considere político. En tiempos no tan arcaicos, el general, con esa visión que tenía, obligaba a sus ministros a no ser políticos, como los que actualmente nos gobiernan desde Bruselas. La otra palabra candidata a entrar en “lo peor de lo peor” es, con perdón, “sindicalista”, dícese de gente de mal vivir. En las acepciones, espero que jamás se plantee la posibilidad de un “sindicato… de médicos”, términos claramente contrapuestos aunque, sorpréndanse, no sólo existe sino que su presidente plantea recetar “espíritu crítico” a los pacientes para impedir el grave retroceso de la sanidad pública. Acaba de nacer, incluso, un sindicato de premios Nobel que anuncia el desastre de recortar en I+D. Está claro que añadir “política” y “sindicato” a cualquier colectivo nubla la mente. O igual somos nosotros los que hemos perdido cualquier honrosa definición. 

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