sábado, 21 de diciembre de 2013

Luces de emergencia
Con las luces navideñas horadando mi ventana, inyectando a la habitación el frío “azul municipal” que despiden; pienso en las hogueras de los que sólo se mantienen por la llama de la solidaridad. Entrevelo también los interruptores en off que condenan a la multitud que vive por debajo del umbral de la pobreza, que no tiene ningún enchufe al que asirse. Achicharrados por la crisis y por un recibo que rompe sus pocos hilos de subsistencia, el único calor navideño lo obtienen del contacto con sus seres queridos, aquellos que aún no son las sombras zigzagueantes que proyectan las velas en su recuerdo. Sus bancos son los de alimentos y los que les cobijan, junto a su cajero, en las gélidas noches navideñas. Comparten el consumismo porque disponen de más cartones, aunque, a cambio sufren la reducción de la comida caducada, pues todo se vende.  En algunos lugares menos inhóspitos, como Andalucía o Cataluña, nadie en invierno se quedará sin suministro eléctrico. Aquí, en la Región de Murcia, el tiempo es agradable. Perdida ya la estrella de los sueños y con todos estrellados, sólo nos queda disfrutar, junto a Max Estrella, del esperpento de un Gobierno que, a pesar de sus pocas luces, está al servicio de las eléctricas. Lo que ocurre es que él, que daba su vida por cuatro perras de carbón y se movía entre luces de bohemia, estaba ciego… ¿Y nosotros?
NOS QUEDA LA PALABRA / La Opinión de Murcia 20 de diciembre de 2013

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