sábado, 14 de febrero de 2015

Pobres

Me pregunta mi hija sobre un recrudecimiento del virus del ebola. Yo me quedé en los 8.000 muertos, pero me sorprende que me pregunte por una cuestión africana cuando en nuestro país hay temas de tan candente actualidad como la fiesta de cumpleaños de Ronaldo o asuntos que nos tocan aún más de pleno, como la operación de James en Murcia o el apasionante debate sobre quién serán los cabezas de lista en nuestra Región. A este paso, un día me va a preguntar por los pobres. Ya saben, esos que son incapaces de esconderse para no frustrar la publicitada recuperación económica. Los jodidos se reproducen tanto que ya amenazan a un tercio de la población en España. Un índice felizmente superado aquí,  con un 34,1% o 505.969 personas en riesgo latente de indigencia. Cada vez son más los niños, jóvenes y adultos que no tienen apenas nada que llevarse a la boca, que no pueden hacer frente a los gastos básicos que, eso sí, engordan a las principales compañías energéticas privadas. Una brecha en la población y entre comunidades que sigue creciendo, con regiones, como Murcia, siempre en el último escalón en gasto social y por dependencia, por no hablar de otros tristes ranking que también nos empobrecen porque nos impiden acceder, en igualdad de condiciones, a los servicios sanitarios y educativos. Ocho años después y sin garantías de que los cambios sean efectivos en esta legislatura, la Comunidad se ha puesto manos a la obra para desarrollar la ley de renta básica. Una limosna que en nuestra tierra se limita a 300 € cuando la media nacional alcanza los 400 €. No parecen ser suficientes las llamadas de atención de los ciudadanos directamente afectados, ni las de las ongs que han desplegado una red de solidaridad como nunca se había visto, ni las de las propias autoridades europeas, el Instituto Nacional de Estadística o la Defensora del Pueblo. No parece que mirar para otro lado, a no ser que nos fijemos en la cada vez más cercana África, sea la solución para combatir una lacra que, en términos económicos, por si es el único lenguaje que se entiende, nos empobrece a todos.

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