sábado, 29 de septiembre de 2018

Rutanatorio

Hay que ver cómo es el liberalismo. Ni la muerte escapa a sus garras. No sólo nos obliga a morir en una gran superficie denominado tanatorio, donde sólo hay carne, sino que la lucha encarnizada entre los existentes se materializa en ofertas inusuales…sin llegar aún al 2 por 1, que sería tétrico en este ámbito. En uno de nuestros hermosos pueblos de Murcia, una de estas nuevas catedrales de la muerte está regentado por el sacristán de toda la vida, que no ha dudado en ofrecer a sus futuros clientes el canto celestial que les acompañó durante la misa diaria y que ahora les despediría en la de funeral. Igual precio que la competencia y, encima, su monaguillo entonaría las más bellas melodías para endulzar aún más el descanso eterno. Creíamos que los tanatorios eran un negocio seguro y allí también ha llegado el libre mercado. Tanto que las cajas están a punto de tornar en bancos y los coches funerarios regulares en un nuevo servicio de Uber sin retorno posible. Hay emprendedores que han convertido el tanatorio en una discoteca, pues tal como está la vida igual hay que celebrar su fin. Tengo un amigo que recorre esta ruta nocturna todos los sábados noches si hay suerte. Esto es, si hay fiambre y si los familiares tienen ganas de hablar de sus cosas. En ese caso, se acerca a ellos, con el gintonic en la mano, para elogiar al difunto y, de esta forma, obtener las más bellos y sinceros palabras sobre la brevedad de la existencia y la necesidad de aprovechar cada día. En el mejor de los casos sale con compañía del establecimiento. En el peor ha de cambiar de chiringuito y mirar el nombre de otro difunto en el panel para acercarse de nuevo a los sentimientos más primarios. Frente a los buitres que nos mercantilizan, el joven saca lo mejor de nosotros mismos: una lágrima, el recuerdo y la certeza de que los mejores tiempos se pasan compartiendo y ayudando a los demás, convirtiéndose en el último testimonio contra la guillotina del liberalismo salvaje. Carpe Diem.
NOS QUEDA LA PALABRA. La Opinión de Murcia 29 de septiembre de 2018

No hay comentarios:

Publicar un comentario