Tudmir
(A los que viajan en
patera buscando el denominado progreso y encuentran el desprecio y la muerte)
Mal que les pese a los que sitúan el comienzo de todo en los
Reyes Católicos, la morería o la judería constituyen barrios únicos de ciudades
como Córdoba, Sevilla o Toledo, capitales de la tolerancia y también de la
economía en sus mejores años. A su expulsión siguió una época de hambre porque
eran ellos los que lideraban el comercio y la agricultura. Las arterias de
numerosos pueblos, como en el caso de la Región de Murcia, reflejan la herencia
árabe, que ha sido una de las mejores que nunca hemos recibido y que,
evidentemente, no tiene la más mínima comparación con la que vamos a recibir en
un inmediato futuro. Una huella que rebosa en la cultura del agua. El gota a
gota del tiempo, sin embargo, ha acabado por inundar el recuerdo, borrando esa cadena
de nuestro ADN hasta el punto de que alguno se pregunte por qué se ha puesto el
nombre de Abderramán II a una calle de Murcia. Es cierto que los tiempos han cambiado, que ya
nada es como era, que el fanatismo religioso tapona y enturbia a los países
árabes, pero también es verdad que del Mediterráneo nos han llegado las mejores
brisas de nuestra historia. Un Mediterráneo que nuestra intolerancia y racismo
ha convertido en la fosa de otros pueblos. Ni antes ni ahora, los inmigrantes
son el origen de nuestros problemas.
EDITADA EN EL PAJARITO
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