Los presupuestos generales del Estado para 2014
prolongan la penetrante sombra que, en estos casos, siempre se cierne sobre a la
Región de Murcia. El pen drive con el que se presentan ahora las “grandes” cuentas
se torna en un supositorio que nos hará sudar la gota gorda. Nos exige una
bajada de pantalones similar al bajonazo del 27% en que descienden las
inversiones. Lo único divertido del ricino que nos ha preparado el socarrón
gallego es ver cómo sus adláteres murcianos intentan explicarnos, a modo de
vaselina, la cuadratura del círculo. El más afectado, que comparte apellido con
el líder de Mojinos Escozíos, resta importancia al golpe porque al final los
presupuestos no se ejecutan, quedándose limitados a un amable azote. Igual de
tronchante es escuchar que algunos proyectos, como la bahía de Portmán, no se
contemplan porque su regeneración no costará un euro. Ya saben, como el
aeropuerto. Y lo más hilarante es ver la cara y los gestos, propios del club de
la comedia, que genera la defensa de los presupuestos por su carácter social y
anticrisis en pleno desmantelamiento del hospital de Cartagena, en consonancia
con el tijeretazo a la sanidad, o del goteo constante del desempleo, como
efecto de las nulas políticas de inserción laboral. Sobran las palabras y
faltan los números, pero ustedes, como yo, relájense y disfruten.
NOS QUEDA LA PALABRA / LA OPINIÓN
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