¡¡Cooorten!!
Por inusual, la batalla de una gran empresa contra un
Gobierno autonómico parece apasionante, máxime si incorpora efectos como los
temblores físicos o presupuestarios. En el caso del castor, que suelta más tufo
que la mofeta, está moviendo la tierra de dos gobiernos o generalidades:
Valencia y Cataluña. Dos colosos contra un monstruo con los ojos inyectados de
gas que les rompe el sueño y, lo que es peor, el suelo. No menores son los
efectos de otro abracadabrante conglomerado, que responde al nombre de Sacyr,
que nació de la burbuja inmobiliaria para elevarla al cielo. Ninguno de ellos
pasó ningún casting sino que se encontraron con las puertas abiertas y la
aquiescencia de los mandatarios locales, que les pusieron la alfombra y,
en caso necesario, la cama; pero la
aventura, nunca mejor dicho, no tuvo el final esperado y la coincidencia de
intereses se ha tornado en una lucha fratricida con, evidentemente, daños
colaterales morrocotudos. Si el castor provoca terremotos, Sacyr ha dado un
zarpazo de 200 millones de euros a nuestro malherido presupuesto, erosionando
además nuestra imagen con los bombazos informativos y judiciales lanzados desde
Madrid. David contra Goliat. Golpes a los a que a duras penas responden con
chinitas los que antes, flashback, estaban en la misma onda. Esta película, ya
lo saben, la pagamos todos…no es ficción.
NOS QUEDA LA PALABRA / LA OPINIÓN
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