lunes, 21 de octubre de 2013

Tajo

El pacto del Tajo es lo más parecido a un trasvase en diferido. No hacen falta experimentos ni fotos de grupo para deducir que elevar de 240 a 400 hectómetros cúbicos la reserva necesaria para trasvasar es una barrera insalvable, máxime si a ello hay que añadir otros 180 para las necesidades de la cuenca.

Como el agua y el aceite, mientras Castilla La Mancha se garantiza el riego de todos sus cultivos y futuros desarrollos, el suministro a Talavera e, incluso, ya prepara los bañadores; en Murcia y resto de Levante se celebra el mantenimiento del canal, aunque los requisitos lo condenen a la sequía. Se ha pasado de reclamar el trasvase del Ebro frente al Gobierno socialista a calificar de “acuerdo histórico” el sostenimiento virtual del Tajo vendido por el Gobierno popular. 

Sorprende, además, el silencio de la muy locuaz y enérgica Cospedal, capaz de romper la ley del silencio en torno a Bárcenas o de transferir un céntimo a un pueblo manchego que le demanda una deuda superior a los 8 millones de euros. Los nuestros, que diría el presidente del Sindicato Central de Regantes, nos piden entusiasmo y la glorificación de Cañete además de seguir denunciando, evidentemente, que el problema era Narbona y sus desaladoras, que es la solución por la que opta Europa.

El tiempo dirá y la corriente pondrá a cada cual en su sitio. Nos ofrecieron el Ebro y el resultado, como en el resto de promesas, es un Tajo desvirtuado. Especialistas en lavar la imagen, ante una opinión pública embebida, los que resaltan lo obvio son acusados de ir contracorriente. Quieren que lo celebremos, que todos aplaudamos el tajo que nuevamente se propina al futuro de la Región de Murcia.

EDITADA EN EL PAJARITO

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