Achicharrados
Igual que a los indígenas del Amazonas les dejan sin
sombra, a nosotros nos hurtan el sol. Estaba meridianamente claro que, en este
mercado en el que se ha convertido el mundo, el sol no puede seguir saliendo para
todos. Y más si el astro rey ilumina especialmente las zonas más deprimidas,
como es el caso de Murcia, Andalucía y Extremadura. Padecimos la insolación de
pensar que el petróleo iba a ser sustituido por una energía tan limpia,
renovable y abundante, por estos lares, como los rayos solares. Otros rayos
-que irradian de Bruselas, se reflejan en La Moncloa y silencian a un San
Esteban antes tan combativo- , han fulminado cualquier esperanza,
electrocutando a los agricultores y restos de primos que creyeron en aquello
del capitalismo popular. Como a un panal de rica miel, miles de personas
dedicaron sus manjares a adorar al dios sol como gran sustituto de las
contaminantes energías no renovables y de una agricultura que también se va
apagando. El BOE, que era la máxima garantía de la inversión, ofrece ahora a
los pequeños inversores una silla eléctrica, salvando únicamente a las grandes
empresas y fondos buitres. Deslumbrados y quemados por sus gobernantes, que
siempre se arriman al sol que más calienta; los ciudadanos, paganos de la
factura y/o timados por la supresión de las primas a las renovables, están que
echan fuego.
NOS QUEDA LA PALABRA / LA OPINIÓN
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